Y Yayo lo consiguió
Eladio Carbonell Méndez, Yayo, consiguió su reto de conseguir la meta en el Dakar 20121. Y tras sufrir algún que otro contratiempo en la última etapa llegó a la meta e hizo realidad su sueño y el de muchos sexitanos que tuvimos siempre la confianza que lo consiguiese. Hoy tenemos un campeón. Enhorabuena por cumplir el tuyo y el sueño de todos. Así se expresaba en las redes el corredor.
Pues me queda lo de plantar el árbol y escribir el libro, porque tener hijos y terminar un Dakar ya lo he hecho. Me cuesta escribir esto. Me cuesta mucho. Son tantas emociones… Nada más llegar he llamado a Merche, mi mujer, y no podía parar de llorar.
Pasé años y años viendo el Dakar por la tele, día tras día. No me atrevía ni siquiera a soñar con que un día podría estar yo ahí… hasta que un día me atreví a soñar. Y tomé una decisión.
No os voy a entretener con todo el proceso que me ha llevado hasta aquí, la cuestión es que hace casi un mes cogí un avión y me planté en Arabia Saudí con la idea de correr el Dakar. Mi moto y yo. Sin asistencia.
Han sido doce etapas. Algunas más bonitas, otras (muy pocas) menos. Todas muy difíciles. Algunos pensaban que la de hoy era un paseo, un simple trámite de 200 kilómetros para recoger una medalla. Pues bien, hoy he estado a punto de no terminar el Dakar. De quedarme con la miel en los labios. Porque aquí hasta el rabo todo es toro. Y hoy me he caído, he ‘partido’ la moto y me he visto fuera de la carrera. Pero cuidado, un Pikaeras siempre se levanta.
Os cuento un poco. La etapa iba muy bien, era preciosa, con unas dunas increíbles, la última del rally… pero he tenido un despiste, no he visto una piedra y me he caído. Ha sido una caída dura. Menos mal que el airbag ha funcionado a la perfección. Gran invento. Según iba dando vueltas por el aire y por el suelo solo pensaba en que no le hubiese pasado nada a la moto. Pero sí, he partido el chasis trasero. El depósito trasero se ha soltado. El depósito tiraba del cable, del filtro del aire… y la moto se ha parado.
No hace falta que os diga lo que ha pasado por mi cabeza en esos momentos. Menos mal que no he tardado en dar con el problema y he hecho un apaño con una cuerda que podéis ver en la foto. He terminado toda la etapa de pie, porque si me sentaba se jodía el invento. Y así, magullado, con la moto partida en dos y toda la alegría y la emoción que mi cuerpo era capaz de almacenar, he llegado a la última meta del Dakar. En fin, ayer os dije que si hacía falta terminaría el rally con la moto en brazos. Creo que callado estoy más bonico.