Al hilo de las horas / Isabel II en la ficción

 

Si alguien se ha metido en los entresijos oscuros, salvándolos, de la recién fallecida Isabel II ha sido sin duda Peter Morgan, el guionista de The Queen y The Crown. Ambas ficciones han expiado a esa monarquía de la indiferencia popular creando una sugerente supervivencia a esa Institución que para algunos son pecios de la Historia que se perciben obsoletas en la actualidad. Pese al carácter a veces paródicos de los royals en la ficción, no deben serlo menos en la realidad con todas sus redes de protocolos y tradición o trato jerárquico, precisamente la dramatización los ha humanizado y desplazado del ininteligible pedestal en el que en realidad posan su iconografía envarada y desgastada.

A Morgan debían estar agradecidos la corte Windsor por acercar al espectador e insuflar vida a la lejanía del perfil cuché desde el que esas presencias se manifiestan. Aún más, y es que si la lejanía, el distanciamiento, su noli me tangere es a esos excelsos imprescindible como llave de poder, tanto en película como en serie la ficción muestra ese status de intocables y los crea también impermeables pero que no lo son a similar problemática existencial de cualquier ciudadano de clase media en sus penas y alegrías y hasta en sentimientos: Morgan insufla humanidad, mediante un guión atrevido en ambos soportes de cine y televisión, a esa banalidad que supone cualquier touch of class basado en abstractas y obsoletas providencias teocráticas acercando al ciudadano esas vidas en su dudosa ejemplaridad de palacios para adentro, a la que estamos más dispuestos a perdonar los pecados cuando se confiesan, aunque en el caso de esta familia sea la ficción conducto de la confesión.

Así, el deber al pueblo como Corona andante, por encima de cualquier otra circunstancia de la vida, son en The Crown como en The Queen la expiación de Isabel de Windsor a cualquiera de sus faltas, olvidos, desprecios o equidistancias varias. Y el oficio de Institución la explica y muestra como un ser sacrificado a lo que representa, que no consiente alivio en cualquier flaqueza propia o familiar por su particular «servicio para toda la vida» que prometió en el principio de su reinado. Mensaje que a vuelto reiterar su heredero Carlos III, pero cuando ya no sabemos si estamos en un capítulo más de The Crown o que ellos se van pareciendo mas a la serie.

 

 

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