Alcarràs (2022, Carla Simón) / Isaac Cabrera Bofill

 

Bajo el sol de verano, la familia Solé se desloma recogiendo melocotones en Alcarràs, municipio catalán ubicado en la comarca del Segriá. Sin embargo, esta temporada estival no es como las demás pues, tras ochenta años de cosecha, la familia está a punto de perder las tierras por cuestiones administrativas. Tres generaciones se enfrentarán al drama de ver desaparecer toda una vida, todo aquello que daba sentido a su existencia.

La directora catalana Carla Simón ya nos deslumbró con su película anterior, ‘Verano 1993’ (2017), y ahora regresa con ‘Alcarràs’, un drama rural con el que vuelve a cosechar éxitos y no es para menos, coescrita junto al profesor universitario Arnau Vilaró. Con una duración de dos horas y un inicio en el que destaca un par de planos generales pausados que abarcan la esencia y magnitud de lo que se nos va a contar, un reparto no profesional, pero extraordinariamente bien dirigidos (Jordi Pujol Dolcet, Anna Otín, Xenia Roset, Albert Bosch, Ainet Jounou, Josep Abad, Montse Oró, Carles Cabós, Berta Pipó), se lanza a la construcción de una narrativa de naturalidad y autenticidad desbordante, recordándonos que Carla Simón tiene tablas y un conocimiento fílmico indiscutible. Por momentos se nos olvida que estamos viendo una película. ‘Alcarràs’ ya es historia de nuestro cine patrio, incluso me atrevería a decir que el día de mañana formará parte de las listas de los grandes clásicos.

Somos según el terreno que pisamos y el sol que se derrama en nuestra piel. El campo es hermoso, pero también una vida dura, de jornadas largas en las que la espalda sufre, el cansancio se acumula y el dolor nos recuerda que aún respiramos. La familia Solé lo sabe y padece, pero orgullosos de quiénes son y de lo que hacen. Tres generaciones que ahora deben luchar contra la mezquindad de aquellos que olvidaron de dónde proceden y, por si fuera poco, también contra la especulación del suelo rústico que amenaza con convertir el maltratado campo español en un desierto inmenso de placas solares. Energías renovables para un mundo más ecológico y sostenible que va arrasando con los cultivos a su paso. Pero que nadie se haga ahora el sorprendido, pues esto ya viene de lejos. Mientras los precios de los terrenos se disparan, los agricultores ven como su sudor no tiene apenas recompensa económica, al mismo tiempo que los intermediarios se forran y los grandes supermercados venden la fruta y la verdura a precio de oro.

A lo largo de la cinta, un espectador sensible tendrá la sensación de estar junto a la familia Solé, recogiendo los melocotones o disfrutando de un almuerzo familiar mientras los más jóvenes de la casa juegan. Por supuesto, cuando los problemas entran por la puerta, se nos hace partícipes de los mismos. Ayuda, y mucho, una fotografía cuidada que busca en todo momento introducirnos en el ambiente cálido del film sin mayor problema, imágenes que hablan por sí solas y nos indican qué es lo que va a ir sucediendo sin necesidad de grandes diálogos y explicaciones varias por parte de los actores.

‘Alcarràs’ es ese tipo de películas que nos reconcilian con el séptimo arte, de las que dejan poso y dan mucho valor al cine español. Una historia delicada, bien cuidada y de una dureza real, sin aspavientos. ‘Alcarràs’ es una fotografía del tiempo que nos ha tocado vivir, de sueños rotos, generaciones que conviven haciendo malabarismos emocionales y silencios que gritan.

Isaac Cabrera Bofill
Lcdo. Ciencias Políticas y Administración

 

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