“AMVERSOS”  / Marina Tapia

El poemario “Amversos”, del escritor granadino Juan Carlos Rodríguez Torres, publicado con mimo este 2023 por la editorial Nazarí en su colección “Daraxa”, es una cuidada y renovada muestra de poesía amorosa, que acompañará a todas las personas que buscamos revisitar un tema troncal de la lírica con una mirada nueva.
Late en el libro un destilado de cálidas y cercanas comparaciones del amor con múltiples elementos de la naturaleza, del mundo sencillo de los pueblos, del paisaje del campo. Los lectores se sentirán arropados por la forma de nombrar y por el tono del poeta, y no se crearán obstáculos para dejarse envolver, para poder sentir profundamente cada poema, porque el autor utiliza un lenguaje cristalino y sensorial, que en todo momento resulta gustoso y muy plástico.
Juan Carlos ha escogido una cita de Emily Dickinson para abrir su trabajo: “La cara que lleve conmigo, la última, cuando salga del Tiempo para tomar mi Rango más allá, en Poniente, esa cara será precisamente la tuya”. Y justamente estas palabras que la autora norteamericana le dedica a Susan Huntington, su compañera, reflejan a la perfección el espíritu del libro: una voz poética que intenta dibujar con esmero y perfección el rostro de la persona amada.
El conjunto se sostiene principalmente a través del diálogo con un interlocutor único −al que busca e interroga− para luego esbozar la relación y los deseos a través de elementos cotidianos. El poemario es un potente canto a los afectos y a la tierra que los cobija, los reflejan y los multiplican. Hallaremos ecos de Pablo Neruda, de Mario Benedetti, de Luis Cernuda, de Rafael Guillén, pero también del “Cantar de los Cantares”. Conviven en sus textos, sin contrariarse, lo clásico y lo formal con un lenguaje más fresco y actual.
En la primera parte, titulada como el libro, los perfumes, los colores, las formas, en fin, todos los sentidos, invaden el campo de percepción del lector. El poeta evoca la Sierra de Granada, el sol y los atardeceres vibrantes de estas tierras del sur, su calma, los giros de un viento cálido, el olor penetrante del azahar.  Juan Carlos nos ofrece la esencia y el lenguaje del enardecido sin caer en imágenes manidas ni en tópicos y, con una sencillez prístina, nos hace evocar nuestra juventud con sus deseos y ensoñaciones, pero también la edad adulta, con sus promesas y cotidianidad compartida.
En la segunda parte, titulada “Manual de amor”, hay una clara intención de dar un paso más y jugar con el lenguaje. Notable es la lúdica propuesta en torno al abecedario, donde cada poema comienza por una letra de éste, fonema que también estará presente con determinación en el cuerpo de cada texto.
Y la última sección que cierra el libro, “Diez razones para amarte”, está formada por  diez poemas de diez versos cada uno, por lo general de ocho sílabas, al modo del romance, aunque permitiéndose el escritor más libertades, y que vuelven a incidir en la sensualidad de la amada, abordando su definición desde distintas comparaciones relativas al mar, a los jardines, a los cielos o a los desiertos.
Brotes dóciles y fuerza osada del paisaje, lo dulce y lo agreste: elementos de un contrapeso armónico que rememorarán en todo momento la promesa y el ritual del cortejo y de la relación entre dos personas. Hay en su canto una hermosa súplica: “Guárdame los silencios en la noche,/ de aquellas noches de calor y los veranos,/ guárdame el tacto dócil de tu anverso,/ el sonido encarnado del clavel a mediodía,/ guárdame la promesa impetuosa del incendio,/ la sugerencia clara del sosiego./ Guárdame si acaso en las palabras, guárdame”. “Mecer el alma con palabras”, nos dice el autor en otro momento. Quizá lo más importante, además de un intento de apresar y definir el sentimiento amoroso, sea la búsqueda intensa −e interna− del lenguaje desde un ángulo emocional y su posibilidad de abarcar la marea de las pasiones.
El libro cuenta con un interesantísimo y exhaustivo prólogo del también escritor José Cabrera Martos, y una elegante portada con una ilustración de Belén Esturla.
Dejémonos mecer por el “galante atisbo de mar” de Juan Carlos Rodríguez, por la voz-madreselva de este escritor zubiense, por su espíritu inquieto que busca otorgar hondura a lo “romántico”. Arropemos este libro que se acerca sin miedo a una de las emociones más intensas del ser humano, que nos transporta a la amabilidad de la ternura. En este mundo tan frío y mercantilista que habitamos, es casi de rebeldes o de locos cantar a esta pulsión profunda. Bendita locura.
Marina Tapia
 

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