Este verano se cumplen 100 años de lo que se conoce como el Desastre de Annual. Quizás sea un buen momento para leer o releer la célebre novela de Ramón J. Sender, Imán, posiblemente el relato que mejor narra lo sucedido allí.
Julio- Agosto de 1921. La columna del general Fdz Silvestre, comandante general de Melilla, fracasa en su empeño de llegar a Alhucemas y la derrota se salda con el suicidio de Silvestre. No se sabe con seguridad el número de muertos, pero la cifra más aproximada ronda los 13.000 hombres. En apenas unos días, el dominio militar español de la Comandancia General de Melilla se veía reducido a los límites de la propia plaza. Un pequeño espacio que estaba amenazado «por un ejército de agresivos montañeses”.
Tras el desastre militar, los pocos soldados, unos seiscientos, que consiguieron salvar sus vidas, fueron capturados y hechos prisioneros por los rifeños.
A destacar la heroica actuación del Regimiento de Cazadores Alcántara durante el Desastre de Annual. Motivo por el cual en 2012, se le concedió la Cruz Laureada Colectiva de San Fernando.
Todavía no se había olvidado el impacto del 98, y España tenía que hacer frente a otra debacle no menos traumática. Sus consecuencias fueron de tal alcance que aceleró el proceso de desintegración del modelo político implantado por la Restauración.
El periodista Marcelino Domingo escribió: “La derrota de Annual no es una derrota militar […] Annual es la derrota del Estado español. Del Estado español que no ha sabido ser en África médico, ni maestro, ni ingeniero, ni juez, ni autoridad civil ni soldado. Del Estado español que a la hora de edificar, no ha construido nada; que en la hora de luchar ha tirado las armas y ha huido; que en la hora de defender a los que no huyeron, les ha abandonado en el más punible y humillante de los abandonos”.
Abd-el-Krim se convirtió en el líder indiscutible del Rif y su nombre se convirtió en un mito para los movimientos de resistencia posteriores. Creó un Estado en el Rif con moneda, comunicaciones, ejército y hacienda propios y encendió una llama que mantuvo ocupadas a Francia y España, durante seis largos años de campaña sangrienta.
El Ejército español sufrió una crisis de prestigio de proporciones incalculables, los políticos y la propia monarquía resultaron igualmente afectados.
En la opinión pública se va extendiendo la idea de que un desastre de esta magnitud no puede quedar impune y reclaman la búsqueda de responsables, tanto en el ámbito civil, como, en el militar. El Heraldo de Madrid enfatizaba que “el Parlamento, no sólo debe reclamar responsabilidades, sino que éstas se hagan efectivas”.
También se exige la liberación de los prisioneros españoles en manos del líder rifeño Abd-el-Krim. La cuestión de los prisioneros, supuso un problema de primer orden para la monarquía y para el Gobierno. El gobierno no se ponía de acuerdo sobre cómo solucionar este problema. Mientras tanto, muchos de los españoles prisioneros murieron y se alargó el cautiverio hasta los dieciocho meses. En definitiva, “era el asunto de los prisioneros la pesadilla de la opinión, del pueblo español, y era también la vergüenza de la nación.”
Ante la pasividad del Gobierno hubo intentos de mediación con los rifeños para liberar a los prisioneros, como el Padre Revilla y el abogado Hipólito Jiménez, pero no tuvieron éxito.
El clamor popular hizo que el 4 de agosto de 1921, se encargara al general Picasso la instrucción de un Expediente con el objetivo de depurar responsabilidades. En el expediente se recogen los hechos acontecidos en la Comandancia de Melilla en los meses de julio y agosto de 1921: el llamado Desastre de Annual y el abandono de las posiciones.
El 18 de abril de 1922 entregó al Congreso de los Diputados el expediente con un informe final que constituía un total de 2.417 folios. Dos días después, el Consejo Supremo de Guerra y Marina encontraba indicios de responsabilidad penal contras las actuaciones de los generales.
No conservamos completo el expediente de investigación sobre los hechos de Annual, pero sí la acusación del fiscal militar José García Moreno basado en él. Un párrafo resume la conclusión más esencial: el desastre de Annual se debió a la negligencia e irresponsabilidad del alto mando.
El Expediente Picasso ha quedado para la posteridad como la principal salvaguarda de la memoria de ese desastre que tuvo lugar en 1921.
Marruecos había condicionado la vida política española de principio del siglo XX. Fue algo que, casi sin darnos cuenta, se fue introduciendo en la política española de la Restauración como un caballo de Troya que terminó por destruirla.
La ineficacia del sistema monárquico parlamentario unido al desprestigio del ejército por la “Crisis del 98” y Annual , así como las investigaciones del expediente Picasso que salpicaban a importantes generales, y a la propia Corona, va a favorecer el golpe de estado de Primo de Rivera en septiembre de 1923. Sin embargo, muchos de los responsables del desastre, condenados en Consejo de guerra, se beneficiaron de la amnistía que el rey Alfonso XIII concedió en 1924. Con ello, la dictadura se convirtió en una máquina de olvido institucionalizado.
La victoria sobre Abd del Krim va a fortalecer el poder de los elementos más conservadores del ejército que más tarde aparecen alineados con los militares insurgentes que se alzaron en Marruecos en 1936 contra la Republica.
Este centenario puede ser una buena ocasión para rescatar del olvido estos hechos y rendirles homenaje a todos los que murieron sin saber por qué.