Bitácora con salitre /1-11 a 4-11

Uno Noviembre

«El dolor se expresa mediante símbolos , no se expresa directamente, no vemos, tocamos o sentimos el dolor ajeno. Vemos los símbolos que de él emanan, las lágrimas, el gesto torturado del rostro, pero no el dolor que roe en silencio a una persona que no puede pasarnos ni siquiera una pequeña parte de su carga para que la ayudemos a llevarla», nos dice Rafael Chirbes en sus Diarios. Buena reflexión parala jornada de Difuntos, ellos que dejaron el hueco de alguien al que se esperaba encontrar y no fue más. En ocasiones, hablamos con ellos en ese sexto sentido que advertimos en momentos inesperados.

Buen día para ver el montaje sobre el Réquiem de Mozart realizado por Romeo Castelucci. Recomendaría sentarse y dejarse llevar por las sensaciones que provoca la puesta en escena de la música que oímos. Aquí dejo el enlace para quien quiera dejarse fluir por esa experiencia. Para unos un viaje disparatados, para los happy few un deslumbramiento.

2 Noviembre

¿No han tenido nunca ganas de que el sol salga por poniente? La pregunta señala un hartazgo, un cansancio ante la repetición monótona de lo cotidiano, pero una esperanza de hoyar en otro terreno. Por levante sale, por poniente se pone y no hay más cera que la que arde. Imagino que el mundo trastoca sus coordenadas conocidas volviendo del revés todo lo que hasta entonces era del derecho. Algo de Alicia hay en el sueño y mucho de surrealista en su arquitectura, aunque una vez se hace evidencia ese mundo onírico prosperan sus convenciones tanto como en el nuestro. O sea, que mi sueño es un negativo del positivizado en el que vivimos. En cualquier caso la escapatoria de un orden a otro, en el caso de que el nuevo conduzca al desorden, contendrá leyes ineludibles a su entropía. Y que el sol ya ascienda del oeste para caer en el este mantiene similar concordancia a las que hay entre Pili y Mili. Eso sí, lo único que nos libra de toda aquel catastro de lindes fijadas es la capacidad propia de nuestra imaginación para transformar las ecuaciones infalibles en otras, que también lo serán, pero que en el momento de enunciarlas son primigenias y por ello admirables en su novedad.

Las metáforas; un esposamiento de significados contrarios y que en su asociación crean un virtuosismo nuevo de significantes. No obstante, hay que avisar que también contra ellas se concitan los intereses de quienes todo se lo apropian y a fuerza de manoseo la mas extraordinaria de las metáforas cae del pedestal de su belleza para ser desdeñada por su utilización y uso. Ya lo dijo Cleopatra en boca de Shakespeare: » y yo veré algún jovenzuelo de voz chillona como hace de Cleopatra y da a mi grandeza la postura de una prostituta». Hay que recordar que en el teatro de cuando el autor a la mujer le estaba prohibido subir al escenario y eran actores los encargados de interpretar roles femeninos.

3 Noviembre

La pandemia ha dejado innumerables secuelas; una de ellas tener que oír sandeces elevadas a la categoría de drama cuando simplemente son quisicosas de lo doméstico. Lo fungible de la fruslería que somos ha quedado patente y seguimos insistiendo y perseverando en la nadería, como si el habernos salvado de ser una cifra más de esos cinco millones de muertos por Covid nos hiciera invulnerables, olvidando como temblábamos escondidos en nuestras casas y encomendados, tales que corderitos, a lo que el Gobierno quisiera ordenar.

La queja trae descrédito, decía Gracián.

4 Noviembre

«Cada hombre que muere es una muerte de Dios. Y cuando muera el último hombre, Dios no resucitará». Lo apunta Saramago en el primer tomo de sus «Cuadernos de Lanzarote». Es la teoría cosmológica y religiosa sobre la parte y el todo. El portugués no está entre mis escritores de elección, a lo mejor lo he leído poco pero es que desconfío de cualquier nobel. El nobel inventó el mercantilismo en sus elegidos y en concreto en cuanto a los autores premiados. Ellos, claro está que no todos, se convierten en presencias hieráticas, antipáticas, encumbradas y en encarnación de todas las respuestas. Hay un escritor de nuestros días, que pese a gustarme, a veces me provoca el mismo sopor sobre todo en alguna intervención televisiva de esas que rescatamos vía youtube de cuando la televisión tenía programas literarios: para todo tiene respuesta hasta a sus contradicciones. Cada vez me afianzo más en la premisa de no conocerás al autor de lo que admires.

Contrariamente, hace tiempo traté, gracias a Ana y Ricardo Martín, a Antonio Gala, no está entre mis autores favoritos, pero he de decir que me gusto el directo del personaje o de la persona y lo que a su previo conocimiento lo temía como un ser engolado resultó afable, divertido de admirable lengua viperina costureada con elegancia de clase e ingenio. En ninguno de nuestros encuentros que fueron varios tanto en su casa madrileña, un chalecito por Chamartín de interiorismo algo ecléctico entre ingles y andaluz en su división de plantas, como en los públicos nunca cambio el tono en su trato.

Javier Celorrio

 

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