12 noviembre
En un viejo pick-up suena un greatest hits de la Vanoni. Todos temas de los años sesenta con encuentros felices, desencuentros en clave de desengaño, despedidas o citas a las que no acude uno de ellos… Una sentimentalidad de cuando el pop era el guateque de las tardes de verano. «Amore è già tardi e non resisto. Se tu non arrivi non esisto… Non esisto, non esisto». «Deseo y frustración porque el deseo no se cumple», dice en algún lugar de sus diarios Chirbes. Frágiles ante el aprendizaje y torpes en lo sexual . Cuánta neurosis no se incubó entre aquellas mediasnoches de jamón y la sangría pasada de canela que según el avezado del grupo en coctelería era afrodisiaca y que se lo había oído contar a su hermano mayor.
Non esisto…Non esisto, sigue cantado la voz de la Vanoni picada de viruela del vinilo, viejo como aquella cita a la que uno no asistió y con ello cambio el destino para ambos en lo peor o mejor o igual o para nada, pues por un camino un otro siempre se llega a lo irremediable de una manera u otra. Y no es pesimismo, es aceptación de que aquel berrinche de la cita frustrada es ahora una dulce nostalgia con rictus de media sonrisa que nos consuela o pretendemos sea potingue balsámico a la nada de aquel futuro no probable; un futuro que hizo imposible la deserción. Obvio que hubo otro, pero nunca aquel que una decisión unilateral truncó y que es el secreto que nunca contaremos a los demás hasta que la muerte lo embaule con su capacidad de borrarlo todo. El amor que jamás dirá su nombre
(«… lo probable no es necesariamente cierto, ni la verdad siempre es probable» S Freud )
13 noviembre
Hay noches que mi ansiolítico favorito (estoy dejando el Lexatín) es leer algún trozo de Cósmos de Carl Sagan. Perderme en el espacio o la protohistoria donde todo es futuro o todo es pasado. El presente es una noticia absurda sobre que los recalcitrantes nacionalistas catalanes quieren penalizar a tres marcas de ropa por no etiquetar en catalán el género. Me solidarizo con Bimba&Lola, Levi´s o Pepe Jeans. Son las probables «represaliadas». Cuando la vastedad del universo da vértigo lo nimio es todavía más nimio, pero es que estas quisicosas son a veces las causantes de mucho dolor para unos y fervor guerrero y conveniente para otros. Estamos en el siglo XXI y seguimos con las guerras por el territorio; meando sobre un terreno para reivindicar la propiedad como hacen algunos animales, pero los humanos, aun dejando de ser monos y haber habitado Mozart entre ellos, lo siguen haciendo con sangre.
En estas mañana tan azules propongo tumbarnos en la tierra y dejar la vista fija en el cielo. Solamente el susurrante rompeolas acompaña esa sensación que irrumpe de caída hacia el cielo, de abandonarnos al vacío, sentir un vértigo provocado por el inmenso precipicio hacia al azul intenso que parece envolvernos y al que parece pertenezco. Si aguantamos esa contemplación, si resistimos la apariencia de caída llegamos a intuir ese «Pequeña alma suave y vaga, huésped y compañera del cuerpo, la cual ahora partirás hacía lugares pálidos, rígidos, desnudos…». ¿Será esto la trascendencia? ¿Será eso Dios? ¿Una experiencia religiosa?
16 noviembre
Muñoz Molina en su ensayo «Todo lo que era sólido», un alegato sobre el desparrame económico de los políticos y la subsiguiente corrupción en la primera década del actual siglo, dice que en «la costa de Almuñécar descubrí que los perfiles de las cosas podían no ser tan rotundos y los colores no tan violentos: la bruma y la brisa del mar lo suavizaban todo, le daban a la vida una cualidad mas hospitalaria». Es una impresión que surge en su primer viaje al mar haciendo una comparativa con la de su natal Úbeda. «Aquel viaje modesto en autobús a un pueblo de pescadores y turistas, con casas blancas frente al mar, con valles de chirimoyos que tenían una verde fragancia de plantaciones tropicales, fue para mi como un descubrimiento precoz de los mares del sur,…». Aparte otras consideraciones contenidas en el texto, próximas a las misma que hace Luis Martín Santos en su «Condenada belleza del mundo» donde también es Almuñécar el paisaje retratado, nuestra ciudad ha contado en la literatura contemporánea con amplia bibliografía literaria. Al caso, Juan Goytisolo hace el hotel Sexi escenario de uno de sus cuentos; Antonio Gala recordaba el viejo mercado de la plaza de la Victoria paseando con un amante entre sus puestos de pescado o Francisco Ayala, en su cuento «La cabeza del cordero» la convierte en la tierra añorada de unos moriscos expulsados y desde entonces habitando en Fez. También Luis Antonio de Villena, allá por 1972 tuvo su muerte en Venecia caracoleando por el casco antiguo sexitano tal que cuenta en sus memorias adolescentes de «El fin de los palacios de invierno». Y Darío Fernández Flores, que incluso tuvo casa alquilada en la localidad algunos años,a uno de los personajes de su novela «Alta Costura» le llama Paco Almuñécar. El único que no llama a la ciudad por su nombre, aunque la hiciera protagonista de una de sus obras, fue el muy homenajeado y traído y llevado por la politiquería local de la transición Laurie Lee que en su novela autobiográfica «Cuando partí una mañana de verano» bautiza al pueblo, en los albores de la guerra civil, como Castillo y sostenían en su día, quienes lo habían leído, que sus descripciones sobre el aspecto urbano y los personajes se acercan a la realidad de entonces. También dicen que Lee se ponía medallas donde no las tuvo.