Texto y foto Javier Celorrio
Leo en algún sitio que «el exotismo puede ser el simple hecho de encontrarse en un ambiente distinto, que estimula la mirada y la imaginación». Según esto, todos los lugares pueden despertar exotismo a la mirada de quien lo descubre por primera vez. Es extensible a algunas personas que, sin ser guapas, en un gesto, en un momento pueden parecerlo. ¿Es eso el atractivo de lo feo? Todo parecernos puede tener sus quince minutos de belleza, parafraseando a Warhol, aunque creo determinó cinco minutos y que según temperamentos pretenden en su mediocre egocentrismo lo sea por toda una vida de costurones y alfilarazos en la piel, el alma, la insatisfacción de siempre querer lo ajeno. No más, por favor: puede que tensar el flash pueda convertirse en pesadilla. Ocurre lo mismo con los cantos de sirenas ideológicos y respectivos discursos políticos que en un momento de ofuscación nos puede resultar adecuado e inteligible y eficaz para solucionar los negocios de la res pública, pero una vez acaba el outfit se acabó el perro y aumenta la rabia. Homero ( siempre nos queda Homero ) lo sabía cuando define a los pretendientes de Penélope como «esos fatuos galanes que siempre dicen buenas palabras y están meditando maldades». Ante discursos por el que transitan ciertos personajes siempre me viene la frase lapidaria del divino ciego. Ahora los candidatos andaluces bajan al ruedo, a la plaza con sus buenas palabras al electorado y el estoque avieso para descabellar al contrincante. En ocasiones parecieran como los beodos de la taberna de Parker que describe Norman Douglas en su Viento del Sur : «Tras el sexto vaso, uno ya estaba beodo, y cada cual se volvía polemista, profesoral, sensiblero, taciturno, erótico, sentimental, vomitón, extático, paralítico, lacrimoso, hilarante o pugilístico dependiendo de su temperamento».
«Límites» es el título de la exposición de fotos que comparto en la Sala de Exposiciones de la Casa de la Cultura de Almuñécar ( 16 al 30 de junio 2022) con Luisa Galindo. «Límites» también es un poema de Jorge Luis Borges que por separado, misterio de las coincidencias, ambos convenimos que definían las fotos expuestas:
«De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
a quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.»