Inicio este diario o dietario con un hándicap y una duda. El hándicap es dejar de fumar como me recomienda ( o exige mi salud) según el laringólogo que me trata y que me advierte que tal hábito puede llevarme a un agujero fatal en el gaznate. La duda es si que ya estas páginas se publican una vez a la semana por qué llamarlo diario o dietario y no crónica semanal de lo que acontece a mi subjetividad. Acaso ¿porqué es más personal? Probable, pero sigo albergando dudas. Y si es subjetivo ¿quién puede decir que en un momento la subjetividad no pueda convertir en ficción lo que rememaramos por muy inmediato que está lo que contamos? Decía Borges que recordar no es sino «un desorden de posibilidades indefinidas», lo anota en «La memoria de Shakespeare». A este modo podía titularse «Dietario plural»: yo y las voces que me componen, un dietario voluble tal que tituló un libro Vila-Matas. O «Los anillos de Saturno» como titulo W.G. Sebald a aquel viaje que en agosto de 1992 realizó por el condado de Suffolk. Ya tuve una moleskine y la perdí, un cuaderno, que no era gris como el de Pla, se extravió en alguna mudanza de ordenador. ¿Acaso un libro de horas? O ya que tengo cercano el mar, ¿sería mas propio una bitácora con su mazo de hojas empapadas en salitre?
15 octubre
Veo «Madres paralelas». Me parece un catálogo de actualidades: memoria histórica, amores líquidos, violaciones y empoderamiento. Son dos horas, pero muchos temas. Salgo con la sensación de que he tomado muchas palomitas de manera compulsiva acaso esperando que la película me dijera algo. Aparte la buena interpretación de la reciente Milena y Penélope. Esta última maneja muy bien el tono de melodrama sin acusar estridencia en texto muy avezado en situaciones dramáticas. Buena foto, como siempre, pero a mi parecer un Almodóvar menor. Posible que yo siga deslumbrado por ese gran guión que era «Dolor y Gloria».
17 octubre
Un «Imprescindible» de la TVE2 sobre Carmen Laforet me hace releer «Nada». La recordaba como que en su día, allá por los setenta, no me dijo mucho. También veo la película del mismo nombre de Edgar Neville. La adaptación cinematográfica la veo ahora por primera vez. La «Nada» de papel refleja mejor la atmósfera de mina y grisú de la postguerra, la esquizofrenia de los personajes, la tristeza que recorre el texto y el equilibrio en la narrativa de lo que era la primera novela de la autora. El reportaje podía llamarse «Madre paralela». Que difícil tuvo que ser para la escritora conciliar tanto facetado, cuántos prismas familiares, qué cismas en cada decisión laboral. Qué tiempos de silencio tuvo que guardar ante tanta convención.
18 octubre
La polémica sobre la serie coreana «El juego del calamar» me parece absurda. Hay quien dice en algún medio de prohibir la emisión de contenidos cuya temática pueda herir sensibilidades. La piel de cristal, según para qué, lleva habitando entre nosotros un tiempo y parece afianzarse. Todo es sospechoso de contener semilla de maldad, de vicio, de contaminación. La polémica viene servida por que en algunos colegios chicos y chicas vienen jugando a los mismos juegos de la serie con la violencia que la misma desarrolla. Me parece exacto que se proteja al menor en todos sus aspectos, pero cuando se habla de proteccionismo no puede aludir a otras libertades. El sistema educativo lleva fallando tiempo ha (planes educativo), y en el caso del menor viene muy tocado del hedonismo con el que viene confundiéndose el llamado bienestar social que ha traspasado al moral y despedazado el componente ético que debe imperar en el funcionamiento de toda la comunidad. El proteccionismo no puede llevarnos a situaciones exacerbadas sobre otras parcelas de la vida. Parece que hubiera vuelto la liga de la moralidad. De acuerdo que vivimos en una época conservadora, pero no acierto a entender que por un lado se hable de mandar al exilio los mundos de la ilusión de Ratoncito Pérez, Los Reyes Magos o los neonatos venidos de París y por otro dejemos que los niños manejen libremente el timón de la nave de internet. Es obvio, que la serie coreana en otro tiempo habría llevado dos rombos, y ahora avisan de quienes sí y quienes no pueden tener acceso a la serie. ¿Se enteran de esto los responsables familiares? El problema es que no advertimos el peligro hasta que éste no se manifiesta de manera fehaciente y entonces el miedo es el gran peligro.
Sobre esto me ilustro con la fabula de «El rey y la peste».
Un rey árabe atravesaba el desierto cuando de pronto se encontró con la peste. El rey se extrañó de encontrarla en aquel lugar:
– Detente, peste, ¿a dónde vas tan deprisa?
– Voy a Bagdad- respondió ella- Pienso llevarme unas cinco mil vidas con mi guadaña.
Unos días después, el rey volvió a encontrarse en el desierto con la peste, que regresaba de la ciudad. El rey estaba muy enfadado, y dijo a la peste:
– ¡Me mentiste! ¡Dijiste que te llevarías a cinco mil personas y murieron cincuenta mil!
– Yo no te mentí- dijo entonces la peste– Yo sesgué cinco mil vidas… y fue el miedo quien mató al resto.
Moraleja: ‘El miedo puede ser más destructivo incluso que aquello que nos asusta’.
19 octubre
Demasiada pose, demasiada ameba. Estas últimas tienen el poder de crearse en cada situación los órganos provisorios que necesita: los pseudópodos.