Un joven seminarista llamado Bruno Reidal siembra el terror en Cantal, Francia. Es 1905 y este asesino dejará huella con la muerte a sangre fría de un chico y vecino del pueblo. Bruno, quien tiene serios problemas psicológicos, se entrega rápidamente a las autoridades pertinentes. Como no puede ser de otro modo, el seminarista es sometido a un examen psiquiátrico y judicial para intentar entender y dar forma al atroz hecho que tiene conmocionado a todos los vecinos. Bruno Reidal irá reconstruyendo su vida mediante las preguntas de los médicos que están valorando su caso.
El director de cine Vincent Le Port se estrena con una película que ha cosechado el Premio de la crítica en Atlàntida Mallorca Film Fest 2022. “Bruno Reidal, confesión de un asesino” está basada en una historia real. Un campesino con diecisiete años de edad no tuvo otra cosa mejor que hacer que decapitar a un niño de entre doce y trece años de edad. Al parecer, según cuenta el propio director tras encontrar este caso en un libro de Stéphane Bourgoin, Bruno era un chico con buenas aptitudes para el estudio, además de tímido y que pasaba totalmente desapercibido. Menos mal.
El casting para escoger al actor que interpreta a Bruno Reidal (Dimitri Doré) es todo un acierto, un joven con una mirada intensa capaz de traspasar la pantalla e inyectar en nuestra mente sus propias pesadillas, su dolor interno, los motivos por los cuáles ha acabado con la vida del chico. Un rostro que no se olvida fácilmente y que coge mucho más fuerza si cabe cuando la voz aguda de Bruno va explicando poco a poco una infancia marcada por los malos tratos recibidos por sus padres, la violación por parte de un pastor y la malsana conexión que hace entre placer sexual y violencia. Un cóctel explosivo que no podrá controlar por mucho que lo intente.
El gran acierto de Vincent Le Port es desarrollar la historia sin forzar al espectador a sentir simpatía u odio por Bruno. Ahora bien, este acierto también es un arma de doble filo, pues el director no se atreve a ir más allá con el guion, no quiere salirse de la simple narración de lo que sucedió. Pero es fácilmente perdonable ya que “Bruno Reidal, confesión de un asesino” es un árbol robusto que navega entre la utilización del flashback, un narrador en off e imágenes que excavan en la psicología del personaje y en el punto de vista de los que estudian el caso. La idea original no pasa por sentir pena de Bruno, sino saber de dónde viene y cuál es su motivación principal, su necesidad.
Por supuesto, se agradece que Vincent Le Port, con ayuda de Michaël Capron en la fotografía, haya apostado por planos sosegados y sin necesidad de caer en la absurda moda de hacer cosas extrañas con la cámara sin venir a cuento por tal de buscar cierta autoría donde no la hay. Del mismo modo, la banda sonora es exquisita pues estamos hablando del Quatour pour la fin du temps, compuesta en 1941 por Olivier Messiaen e inspirada en el Apocalipsis de San Juan.
“Bruno Reidal, confesión de un asesino” es un true crime sólido que aspira a un examen interior por parte de un espectador cada vez más acomodado en este mundo edulcorado de hoy.
Isaac Cabrera
Lcdo. Ciencias Políticas y de la Administración