Crónica de una fuente de finales del XIX

 

Almuñécar inauguraba a finales de mayo de 1883, siendo alcalde Francisco J. Márquez, su famosa, hoy desaparecida, fuente de El Altillo, que luego, una vez remodelada a principios del siglo XX fue coronada en su centro con la escultura de una ninfa que mantenía sobre su cabeza una pileta de donde manaba agua, la fuente pasaría a llamarse popularmente La Ninfa del paseo.

Según indica El Defensor de Granada, en su edición del 29 de mayo de ese mismo año, en crónica firmada por J. Carrasco, el evento tuvo gran importancia: «El acto ha revestido toda la solemnidad que requería la importancia de las obras, verificándose en el paseo donde se ha instalado una preciosa fuente rodeada de un lindo parterre. Dicho paseo que se haya situado a orillas del mar, en una deliciosa eminencia que se destaca cuatro o cinco metros sobre el nivel de la playa, ha sido adornado con tanta sencillez como elegancia».

Tras describir la ubicación, el cronista Carrasco pasa a contarnos el desarrollo del acto: «Antes de la seis de la tarde estaban ya reunidas todas las autoridades, y un inmenso gentío esperaba con impaciencia que comenzase la ceremonia». A poco de dar las seis, sigue narrando el cronista, se procedió por parte del cura a la bendición de las aguas, y una vez finalizada esta ceremonia y posteriores discursos fue el alcalde quien, mediante una llave, abrió la salida » y vimos por fin elevarse el agua a más de ocho metros de altura entre el estruendo de aplausos y las más calurosas muestras de entusiasmo de la numerosa concurrencia que permaneció allí a pesar de la menuda y espesa lluvia que caía».

Y de tanta enjundia tuvo que ser el evento que, señala el escrito de Carrasco, posteriormente en casa de un vecino «se sirvió un espléndido lunch costeado por los concejales». Y reseña el cronista que también, los jóvenes tuvieron su fiesta puesto que «trataron los pollo allí reunidos de improvisar un baile, para cuyo efecto les cedió galantemente D. José Noval el local del teatro».

El corresponsal de El Defensor ilustra el artículo con otras notas sobre la animación de esa jornada describiendo que » aún no ha anochecido y ya están vistosamente iluminadas todas las casas del pueblo», y en particular la fuente «con multitud de faroles a la veneciana formando caprichosos dibujos».

La crónica relata que con la ejecución de esta obra también se han instalado pilares en distintos barrios de la localidad «con lo que han desaparecido las dificultades con que hasta ahora se venía haciendo el surtido público».

El escrito finaliza señalando que el coste de dicha infraestructura ha sido costeada por particulares, a los cuales el alcalde señor Márquez ha instado a que hagan tomas de agua en sus domicilios y con el dinero obtenido ha sido posible cubrir el gasto de las obras, ya que de otro modo «su ejecución hubiera sido imposible a causa de la escasez de fondos en que se encuentra el Ayuntamiento que no puede soportar las cargas que se le imponen», la eterna queja de todo tiempo.

Hoy la fuente, la prosa remilgada del señor Carrasco y aquellos «pollos» que bailaran en el local del teatro acompañan a la fotografía de aquel paseo que ilustra estas notas y les rescata del olvido.

J Celorrio

 

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