El Hospital San Rafael, perteneciente a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Granada, ha atendido a través de su área de rehabilitación y fisioterapia a un 27 por ciento de pacientes en lo que va de 2020 que han sufrido un ictus, de los que un 80 por ciento han necesitado tratamiento rehabilitador.
La rehabilitación precoz en pacientes que han sufrido un ictus resulta clave para minimizar los déficits o discapacidades experimentadas por el paciente contribuyendo y facilitando su reintegración social y su autonomía. Un proceso activo que requiere la colaboración y capacidad de aprendizaje tanto del paciente como de su familia. “Esta especialidad se encarga de intentar recuperar al máximo las funciones motoras y sensitivas que se han visto alteradas en estos pacientes de una manera aguda y repentina afectando bruscamente a su forma y calidad de vida previas”, explica la especialista en medicina física y rehabilitadora del Hospital San Rafael, Sofía Ceres.
Desde el área de rehabilitación del Hospital San Rafael se llevan a cabo diferentes programas que consisten fundamentalmente en la aplicación de determinadas técnicas de terapia física y terapia ocupacional, -según el tipo y grado de afectación-, que se pueden utilizar aisladamente o en combinación con otras técnicas. No obstante, es siempre necesaria una atención multidisciplinar ya que estos pacientes precisan ser atendidos por un equipo médico que controle su patología y factores de riesgo, y evalúe periódicamente los cambios que se van produciendo. “En nuestro equipo trabajan codo con codo médicos, fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, que realizan cada día con el paciente su trabajo técnico específico encaminado al mayor restablecimiento posible de las funciones alteradas” comenta Sofía Ceres. “También resulta de gran importancia en el equipo la presencia de neuropsicólogo y logopeda, ya que en la mayoría de casos encontramos alteraciones cognitivas, psicológicas y del lenguaje”.
En este sentido, la evaluación previa del paciente es imprescindible para conocer qué funciones se han visto afectadas y para desarrollar una atención completamente personalizada. Así, en función de los datos obtenidos se diseña un programa de rehabilitación específico para cada paciente, teniendo en cuenta factores importantes como edad, limitaciones previas u ocupación. “Tras la exploración física del paciente a nivel de funciones sensitivas, motoras o de coordinación, se valora el tiempo y la forma en que ha evolucionado hasta el momento y utilizamos escalas numéricas que informan del rango de fuerza muscular y autonomía del paciente” expone la especialista del Hospital San Rafael.
Según los expertos, habitualmente entre el primer y el tercer mes la recuperación funcional suele ser mayor y no es hasta el sexto mes cuando se produce cierta estabilización del cuadro. En el caso del lenguaje y el equilibrio, estos pueden seguir mejorando hasta transcurridos 2 años. Sin embargo, hablar de un tiempo preciso de recuperación en este tipo tan diverso de pacientes resulta difícil, ya que el modo y porcentaje de recuperación es distinto para cada paciente. “Hay casos de ictus que afectan a territorios muy pequeños del cerebro que apenas tienen repercusión funcional y se recuperan rápidamente, -a veces, como en el caso de los accidentes isquémicos transitorios se recuperan espontáneamente- y otros muy extensos que provocan grandes disfunciones que en muchos casos van a condicionar secuelas”, cuenta Ceres.
El Hospital San Rafael cuenta con un amplio y consolidado equipo compuesto de profesionales de la fisioterapia, médicos especialistas en medicina física y rehabilitadora, neuropiscólogo, logopeda y terapeuta ocupacional para garantizar la mejora continua de los pacientes que han sufrido esta enfermedad.