Los medios de comunicación de masas se olvidan muy rápido de las noticias verdaderamente importantes, dando así mayor espacio a polémicas inventadas o bulos financiados por los que untan a las redacciones para teledirigir a la opinión pública y que esta deje de ser tal para convertirse en opinión mediática, una sociedad que en el fondo quiere ser engañada. Ya lo afirmó en su día Jonathan Swift, así que no he descubierto la pólvora.
En la mañana del 1 de febrero de 2021, el ejército de la antigua Birmania decidió unilateralmente deponer a la Liga Nacional para la Democracia, gobierno elegido democráticamente, declarar el estado de emergencia y alzar a un dictador, el comandante en jefe Min Aung Hlaing. El motivo principal por los que los militares llevaron a cabo el golpe de Estado fue un presunto fraude electoral. En realidad, lo que se buscaba no era otra cosa que mantener el poder en sus manos y evitar la transformación política, social y económica del país. Una situación que aún sigue su curso y empeora día tras día, aunque los informativos, si se les puede llamar así, se centraran solo en el vídeo en directo y online de una entrenadora que seguía con su clase sin inmutarse de nada, mientras los militares se posicionaban detrás de ella.
“Diarios de Myanmar” es un documental con tintes artísticos y simbólicos que denuncia la situación en la que se encuentra sumida la población birmana, al mismo tiempo que reivindican que este golpe de Estado no caiga en el olvido. De hecho, es más que significativo que este trabajo no cuente con créditos de ningún tipo, solo la firma de The Myanmar Film Collective. Además, en ningún momento vemos los rostros de los participantes en el documental. Y es que todas las medidas de seguridad que se tomen son pocas, pues a día de hoy miles de personas han sido asesinadas por el nuevo régimen dictatorial. No se escapa nadie, desde manifestantes hasta funcionarios, pasando por soldados con conciencia. Las cifras no están muy claras. La Asociación de Asistencia para Presos Políticos afirma que hay más de 12.000 personas que siguen detenidas y 2.249 asesinados. Por supuesto, las cárceles en Birmania no son precisamente modélicas y cuentan con una ocupación de un 144%. Imagínese estar hacinado en un antro mientras se viola el derecho internacional con torturas sistemáticas. Por su parte, la ONU habla de unos 350.000 desplazados dentro del propio país. Un auténtico desastre que está provocando, como es lógico, una resistencia de carácter armado y compuesta por múltiples milicias populares. Consecuencia directa del fracaso por parte del gobierno ilegítimo a la hora de controlar todo el territorio.
El documental empieza con el vídeo viral del que hablaba antes para ir luego mostrando archivos reales bien escogidos, que ponen de manifiesto la cruda realidad que se está viviendo en Birmania, todo ello mezclando también ficción con la que incidir en los sueños truncados de la población. Personalmente creo que estas partes ficticias no acaban de encajar muy bien, pero entrar en detalles más técnicos en este tipo de trabajos está de más. Me quedo con lo que pretenden los artífices de “Diarios de Myanmar”, una denuncia mayúscula de la violación diaria de los derechos humanos por parte del régimen criminal de Min Aung Hlaing.
Isaac Cabrera Bofill
Lcdo. Ciencias Políticas y de la Administración