El mes de julio entra con un amanecer de tonos grises como cendal de plomo líquido que anuncia el calor del que hablan los meteorólogos. La pandemia flota en el aire con el efecto aerosol que sigue afectando a los instrumentos organizativos de la vida de los ciudadanos: la economía va a trancas y barrancas, la salud se resiente y psicológicamente la ansiedad hay que remediarla mediante ansiolíticos que aletargan. En estas ansiedades, los propietarios de baretos no esperan un verano de esplendor en la hierba. «Si puede que haya mucha gente y que los fines de semana sean la hostia, pero el turismo extranjero, sobre todo el joven está por ver», me dice el propietario de un bar de esos de hueso de aceituna a pie de barra. A esto añade que el visitante nacional gasta poco y a esto suma que desde el Ayuntamiento las ayudas han sido escasas y ya no digamos las del Gobierno nacional y autonómico. Son sus quejas, sus aflicciones, banderas negras como las de los ecologistas que nos ponen una en los acantilados fronterizos entre Almuñécar y Salobreña: «los ecologistas lamentan que los ayuntamientos de Almuñécar y Salobreña siguen dando licencias de construcción en urbanizaciones no conectadas a la red de saneamiento y depuración y pretenden urbanizar todos los espacios colindantes que habían sido clasificados como zonas prioritarias de protección en el Plan de Protección del Litoral en la zona de los acantilados y calas de la zona de observación Acantilados y Fondos Marinos Tesorillo-Salobreña». O sea, que hay playas que no cumplen con el fotomatón de playa ideal, de bandera azul y Q de quality o espacio friendly que suelen decorar con mucho colorín como la Sixtina de Miguel Ángel. El homosexual es una variante de lo humano, pero que todavía es difícil de admitirlo en una estirpe o «en la dinastía que gobierna», pese a que en estos días se le celebra mucho por aquello del orgullo aunque la aceptación sea, lamentablemente en muchos casos «porque no queda más remedio», le oi decir un día a un político de un compañero de partido. En los partidos, sea del signo que sea, están los más reaccionarios. Tengamos claro que la diferencia todavía está lejos de ser inclusiva como ejemplo el caso de ese empresario teatral supuesto fairy de dinero negro y demás que algún programa de primetime televisivos hurga en su sexualidad de hombre contra hombre, dando más voz a este aspecto que al de presunto chorizaco Premium. A Moreno le ha llegado la hora del coro de las tricoteuses y contra estas no hay soberbia que valga. «El problema de tener un alto concepto de ti mismo es que lo tienes muy bajo de los demás», dice Manuel Jabois en su crónica sobre el caso. Hay muchos de esa variedad ridícula, de esos esperpentos que confunden la vacuidad con la elegancia, la inteligencia con la pillería.