Dicen quienes estudian la vida de las palabras que el nombre de halcón deriva de la palabra latina “falx -cis”, que quiere decir hoz. Y dicen que se llamó así al ave majestuosa porque sus garras recuerdan la forma y la eficacia de la hoz. Viene esto a cuento de que al abrir esta tarde los periódicos, se me despliega en la pantalla un titular: “Casado alardea de no viajar en “Falcon”. Me resistía a repetir las gloriosas palabras del líder de la oposición, pero me puede el regocijo de compartirlas con los amigos. Dice, modestamente, el airado halcón: “Desayuné en Uruguay, comí en Paraguay, cené en Argentina y dormí, a las tantas, en Chile”. Lo primero que pensé es que si se descuida un poco, no encuentra país donde dormir. Luego, me rechinó algo lo de comí. Los líderes no comen. Desayunan en Uruguay, almuerzan en Paraguay y cenan en Argentina. Eso dicen las maneras protocolarias del lenguaje.
Y eso es lo que sorprende de Pablo Casado, las maneras. Lo tenía todo para haber sido el Feijóo de España. Habla mucho mejor que Pedro Sánchez y sus soporíferas homilías. Por favor, que alguno de sus consejeros áulicos le advierta sobre ese gesto clerical de abrir y cerrar las manos cuando habla, que me recuerda a un escolar recitando de memoria el catecismo del padre Ripalda o las poesías de Campoamor. Casado es contundente, acompaña la voz con el gesto y no es monolítico como los sermones del presidente.
Casado empezó moviéndose con torpeza y, contra toda esperanza, le fue muy bien. Venció en la primarias del PP y eligió dos subalternos para dos Autonomías importantes en las que jugaba con poca convicción, Madrid y Andalucía. En Madrid una desconocida y disparatada, lo sigue siendo, Díaz Ayuso, no ganó, pero gobierna con la inestimable ayuda de la ultraderecha. En Andalucía, el desahuciado Juan Manuel Moreno tampoco ganó, pero gobierna con la misma inestimable ayuda. ¡Ay, esa factura que el PP tendrá que pagar algún día y nosotros sufrir!
Pero en el triunfo estaba la derrota. La Biblia, el mejor de los libros, habla mucho de eso. Casado, que es hombre de misa, debería saberlo. Contra Casado, su protegida Ayuso, pregonando simplezas, ha triunfado en la Comunidad de Madrid. En el sur, Juanma Moreno vende buena imagen, otra cosa son los hechos y los compañeros de terna.
Los sueños de Pablo los acorralan la jauría de VOX y los vítores de “Presidenta, Presidenta” con que aclaman a Ayuso. Y no ha sabido ver, o no ha querido ver o le han aconsejado que no vea, lo que podría diferenciarlo de ellos. Podría haber tenido, “le pega”, que diríamos castizamente, otro tono, otras maneras; entonces, quizá, habría interesado a muchas personas que echan de menos una derecha necesaria. Ahora, ni siquiera es un “primus inter pares”, sino el tercero entre los bárbaros.
Pero creo que todo lo dicho es innecesario. La mejor respuesta está en el final de la noticia: “Casado no vuela en “Falcon” porque para ello tendría que ganar unas elecciones o pertenecer a la Casa Real. Y, por el momento, no cumple con los requisitos”.
Tomás Hernández