‘Furia’ y el peligro del populismo de extrema derecha / Isaac Cabrera

 

No todas las series de televisión son simples productos de entretenimiento pensados milimétricamente para conseguir que la audiencia se mimetice con el sofá y generar así miles de millones de euros a las grandes reinas del negocio del streaming. El pasado 15 de febrero la plataforma Filmin estrenó en nuestro país lo último del escritor y productor galardonado con el Emmy Internacional, Gjermund Eriksen. ‘Furia’ es un estupendo thriller político y policial en el que se advierte al público de las posibles consecuencias de la polarización que está sufriendo Europa y gran parte del mundo.

Dos policías, Asgeir (Pål Sverre Hagen) y Ragna (Ine Marie Willman), tienen el objetivo de desarticular un peligroso grupo radical de extrema derecha que se mueve entre Noruega y Alemania. El objetivo de esta pandilla de descerebrados es utilizar el miedo hacia el terrorismo islámico para propagar entre la opinión pública sus mensajes de odio e influir en la política nacional. Para ello no dudarán en llevar a cabo una acción determinada durante las elecciones en Alemania. Ambos personajes, hombre y mujer, tienen sus propios problemas que se irán entremezclando en su lucha contra un neofascismo que cada vez tiene más adeptos y amenaza el orden liberal actual que, paradójicamente, permite que el populismo se presente a las elecciones con el riesgo que supone que estos grupos o partidos políticos lleguen a las instituciones políticas.

La serie está compuesta por ocho episodios de distinta duración pero que, al contrario que sucede con otros productos para la televisión, se van haciendo más y más interesantes. Un claro mensaje para una población que se lanza, a veces desesperada, a los brazos de la ultraderecha. Lo que más pena me da de todo esto es que, al final, los primeros que defienden a estos grupos o partidos políticos acaban siendo también las primeras víctimas de toda esta deriva cavernícola, con perdón de nuestros ancestros.

Lo que más me gusta de ‘Furia’ es que, si bien es una ficción para la televisión, está dotada de un realismo que la hace cuanto menos terrorífica. Llegados a este punto viene bien recordar el atentado terrorista en la isla de Utøya (Noruega) de 2011 y perpetrado por el neofascista Anders Breivik. De hecho, este trágico acontecimiento ha servido de inspiración para Gjermund Eriksen.

Pero hay otro tema actual que también tiene su gran protagonismo en ‘Furia’, el uso desmedido de las noticias falsas y la propagación de bulos a través de Internet y de las redes sociales que, si bien son una magnífica herramienta de comunicación, también se convierten en una poderosa herramienta de desinformación utilizada por los malvados. Por cierto, la serie de televisión pone de manifiesto una tapadísima conexión del aumento de la polarización en Europa con ciertas prácticas provenientes de Rusia.

En definitiva, ‘Furia’ tiene la virtud de pedirle al espectador que reflexione sobre el peligro de apoyar o blanquear a la ultraderecha. Me gusta pensar que aún estamos a tiempo.

 

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