Recuerdo que en Arcila, de pequeño, cuando íbamos a la escuela, algunas mujeres se asomaban a la ventana y cantaban canciones en un español extraño. Más tarde supe que utilizaban la haketía que es el dialecto del español que han hablado durante casi cinco siglos los sefarditas expulsados de la Península Ibérica. Su base es el castellano anterior a 1492 con influencias del castellano moderno, el árabe y el hebreo, incluyendo también palabras portuguesas, bereberes y algunas inglesas. La haketía tiene un ritmo melodioso; se canta más que se habla. Esta lengua convivió con el árabe marroquí hasta mediados del siglo XX.
Cuando en 1492 los Reyes Católicos, promulgaron el Decreto de Expulsión muchos judíos tuvieron que abandonar la Península Ibérica. Una parte de los expulsados se dirigieron hacia el norte de África, allí encontraron comunidades judías plenamente constituidas. El encuentro entre estos dos grupos en ocasiones fue tenso, dado que pertenecían a ámbitos culturales diferentes. Los recién llegados mantuvieron su propio lenguaje y no adoptaran el de las comunidades de acogida porque, se consideraban más evolucionados que los judíos autóctonos; también había diferencias notables entre ambas comunidades; por ejemplo: los judíos hispanos desde el siglo XIII eran monógamos, mientras que los judíos autóctonos, mantenían las prácticas poligámicas.
Los refugiados de la Península fundaron juderías y sinagogas propias y tardaron mucho tiempo en unirse con los judíos autóctonos, pero en varias comunidades como en las de Fes, Mequinez … se mezclaron y los descendientes fueron perdiendo la conexión con lo español.
Poco a poco la relación de los judíos expulsados con la PI se van diluyendo. No obstante, en determinadas zonas del norte de Marruecos y Turquía, los sefardíes mantuvieron viva la lengua que sentían como suya: el español.
Poco a poco le van a ir incorporando palabras árabes y hebreas con lo cual la haketía se va a ir enriqueciendo. Los términos de origen árabe designaban en general objetos o acciones de la vida cotidiana, mientras que los términos hebraicos designaban nociones u objetos rituales, ceremonias o formulaciones de cortesías.
Estos judíos sefardíes que llegaron al norte de Marruecos no solo se llevaron consigo la lengua y la conservaron hasta nuestros días, sino que también produjeron y conservaron un rico patrimonio literario de transmisión oral. Para los sefardíes, hoy, la haketía sigue siendo “La lengua que toca muestra alma con ternura; es muestra lengua de cariño”.
Así comprobamos que hasta bien entrado el siglo xx los judíos hispano-marroquíes utilizaron el dialecto para sus relaciones internas, en juderías y casas y también en su contacto con los españoles, y el árabe en el comercio con los musulmanes.
España “redescubrió” a los sefardíes a mediados del XIX. La toma de Tetuán en 1860 supuso el encuentro con una comunidad judeoespañola que les dio la bienvenida con vítores a la reina. Vivían en Tetuán alrededor de seis mil descendientes de judíos expulsados en 1492 que aún conservaban la lengua y la memoria de España. La entrada de España en Marruecos en el S.XIX hizo que la haketía sufriera un gran golpe, ya que los propios judíos la veían como un elemento cultural más bien de clase baja y cercano a Marruecos del cual se tenían que deshacer si querían volver a ser “auténticos” españoles. Tenían que hablar el español “verdadero” y dejar atrás ese español del exilio. Sin embargo, en el día a día los judíos de la zona de todas las clases sociales seguían utilizando la lengua en el ámbito familiar y de la comunidad para expresar algunas realidades inexistentes en español, aunque eso sí, cada vez con menos frecuencia y con más mutaciones lingüísticas.
Con la fundación del Estado de Israel (1948) y de la independencia de Marruecos (1956), la comunidad sefardita de esta zona disminuye debido a la emigración, sobre todo a Israel poniendo su lengua y cultura en peligro de extinción. Los cambios sociales, educativos y de costumbres que se produjeron desde mediados del siglo XIX y durante el XX tuvieron un impacto negativo en la comunidad judeoespañola de esta región que aceleró la lenta desaparición, de sus elementos culturales.
Todavía existen comunidades que conservan esta lengua de la cultura sefardí. No obstante, debido a que se considera una forma de expresarse familiar, sus miembros suelen preferir que se mantenga en privado.
El número de hablantes es cada vez más reducido: los cálculos oscilan entre los 150.000 y 300.000. Los países con mayor número de hablantes son USA, Israel y Turquia.
Sin embargo, la haketía se halla en grave peligro de desaparición, su declive comienza con el período del Protectorado Español y el acercamiento cultural entre ambos pueblos. Prueba de ello es que la UNESCO la ha inscrito entre las 3000 lenguas amenazadas de extinción.
La haketía es una lengua hermana, milagrosamente conservada, y muy querida. Que después de 500 años sobrevive. Una lengua que es un puente en la historia, con un pasado, que se rompió y ahora tímidamente se intenta recomponer.
Debemos hacer un esfuerzo por conocer la cultura generada por los sefardíes con el fin de hacerla más visible y asegurar su protección. Porque esta cultura, no es solo suya, también es nuestra.