Observando con dolor la situación cubana y el mísero uso político de nuestros dirigentes haciendo lo imposible por no admitir que Cuba no es una democracia me he acordado del periodista y escritor Chaves Nogales que, cuando tenía que escribir sobre la situación en un país, región o régimen, se plantaba en ese lugar y palpaba la realidad en propia piel, cosa que deberíamos hacer todos antes de opinar.
Les confieso que hace poco tiempo visité ese entrañable país hermano y me propuse evitar los lugares turísticos que suelen ser los asiduos para los visitan la isla como Varadero y demás. Mi opción fue descubrir en qué condiciones vivía el cubano de a pie y tuve la oportunidad de experimentar la cruda realidad, a veces, de verdadera necesidad en la que viven. Las carencias que soportan, estoicamente, por cierto, son de tal magnitud que me sorprende que esta situación no se haya producido antes…Les falta de casi todo, por supuesto alimentos que en nuestra vida diaria no reparamos por ser tan accesibles allí no existen. Una anécdota. en muchos hogares descubrí que tenían un frutero ¡de plástico¡ en la mesa principal del comedor, como metáfora de la escasez que padecen. La presión del régimen está tan asumida que un taxista al que le pedí que parara en una plantación de caña de azúcar para coger una planta me objetó “aquí lo que no está prohibido es ilegal”, textualmente.
Les admito que cuando volvía en las largas horas de avión reflexionando sobre lo que acababa de experimentar, al contrario de otros lugares que he visitado en el que te quedan muchas experiencias placenteras, en este caso volví con la sensación de haber vivido algo parecido a la que mis padres me habían contado de la postguerra española y la dictadura franquista y que yo viví en sus postrimerías. Pensaba que al igual que no fue posible, afortunadamente, un franquismo sin Franco esperaba que no continuara más tiempo un castrismo sin Castro.
Allí me sentí querido y sobre todo descubrí que esperan algo más de los españoles con quienes tienen unos vínculos tan estrechos…y me pregunto si a nosotros nos importan ellos y si somos capaces de oír sus demandas. Pobre Cuba, en realidad quizá no nos importa mucho y por eso, pese a haber sido parte de nuestra historia común hasta hace tan poco, no pintamos casi nada allí.