El maremoto no ocurre solamente en el llamado cine catastrofista, tampoco en simulaciones virtuales en el metaverso: es una realidad que durante la historia de la tierra se ha producido con cierta frecuencia y en distintos puntos del globo con resultados apocalípticos.
A este respecto, la Junta de Andalucía ha iniciado el trámite de audiencia y la petición de informes facultativos del proyecto de decreto por el que se aprueba el Plan de Emergencia ante el riesgo de maremotos en Andalucía, puesto que, según el informe «Andalucía presenta uno de los índices de peligrosidad por maremotos más elevados de España y de toda Europa».
Para ello recordar el llamado terremoto de Lisboa en 1755 que arraso la costa atlántica peninsular y especialmente virulento en el golfo de Cádiz donde se alcanzaron olas de 13 metros y provocó 2.000 muertes. En este sentido el borrador del proyecto señala que «el riesgo presente en nuestras costas es muy superior al existente cuando ocurrió el terremoto de Lisboa, debido al actual desarrollo industrial y turístico, si se repitiese este fenómeno podría tener un elevado coste en pérdidas humanas y económicas».
Así las cosas, el decreto obliga a 62 municipios costeros a elaborar sus propios planes de actuación local ante el riesgo de maremotos y que pueden verse afectados en mayor o menor medida por uno de estos fenómenos catastróficos. Entre estos municipios se incluyen Albuño, Almuñécar, Gualchos, Lújar, Motril, Polopos, Rubite, Salobreña, Sorvilán y Torrenueva Costa en el litoral granadino
El consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa, Antonio Sanz explicó que el plan andaluz incluye un estudio de riesgo «necesario e imprescindible para que los municipios puedan elaborar su Plan de Actuación Local. Los técnicos han elaborado mapas de peligrosidad por calado, por arrastre de personas, por tiempos de llegada, además del mapa de vulnerabilidad edificatoria», explicó.
«Tenemos una valiosísima información de las magnitudes que generaría un tsunami: altura de la ola a su llegada a la costa, tiempo de llegada, máxima altura topográfica alcanzada, calado máximo, velocidad de agua, flujo, registros de boyas virtuales, etcétera. Aparte, añadía el consejero, «una cartografía, que se ha hecho edificio por edificio de toda la costa Andalucía y que constituye la primera aplicación a gran escala que se hace a nivel nacional e internacional del índice de vulnerabilidad relativa de los edificios.