Por un puñado de palabras / José María Sánchez Romera

Hace un par de días se conoció el despido de Onda Cero del que quizá sea en último conceptista vivo de España: Arcadi Espada. Él mismo lo ha anunció en un breve artículo titulado “Post hoc ergo propter hoc”, ironizando seguramente con la falta de relación entre la causa del despido y éste. Según cuenta el periodista la publicación de un artículo la semana pasada en “El Mundo” titulado “Un burdo rumor”, ha sido la causa por la que se ha prescindido de sus labores como contertulio en el programa de Carlos Alsina y frustrado su concertada participación en el programa que Rafa Latorre, articulista también de “El Mundo”, iniciaba en Onda Cero la próxima temporada. Los oyentes de la radio, no será por mucho tiempo, pierden la perspectiva original y muchas veces desconcertante de Arcadi Espada. Pero como ya se cantaba hace muchos años vivimos malos tiempos para la lírica. La reacción de Espada en su columna de los jueves en “El Mundo” ha estado a la altura de su condición de provocador: ni una palabra, un “decíamos ayer”. Y nos ha dejado a todos con las ganas.

El asunto es que Espada criticaba el comportamiento profesional que los periodistas Antonio García Ferreras y Eduardo Inda en relación con Pablo Iglesias, tan ácidamente criticado en sus columnas por el propio Espada, al dar pábulo a una noticia publicada por OK Diario en la que se atribuía al ex líder de PODEMOS tener una cuenta en las Islas Granadillas que habría sido cebada por el régimen de Nicolás Maduro. Arcadi Espada escribe en su artículo frases como “Las mentiras de OK Corral en la Sexta son las mentiras de Ok Corral y la Sexta, una empresa conjunta, insisto, de buenos beneficios” o al final refiriéndose a García Ferreras: “Nuestro locutor ha dicho, con gran pompa, que ha aprendido la lección y que nunca más dará crédito a un burdo rumor. Hoy, lo ha aprendido hoy. Frisando los 56 años, nuestro talludo becario”. Si estos efluvios de ingenio, que con mayor o menor razón pueden molestar a los aludidos (ellos son también periodistas que practican la crítica en dosis elevadas), son la causa de un despido de quien es reclamado precisamente por eso, quizás es que al final lo que nos merecemos son cafres como el tal Valtónyc al que habría incluso que indultar, total, ya puestos …

Arcadi Espada es polémico, mordaz, impostado ante las cámaras cuando le parece (muy natural y cercano también cuando quiere), desafiante e incansable pisador de charcos, pero original y de estilo literario inimitable que tiene la dudosa virtud, en estos tiempos en los que el fundamentalismo dicta lo que es tolerancia, de incomodar a casi todos los aludidos. Pero un país que se reclama avanzado y democrático no debería permitirse despedir de modo fulminante a Arcadi Espada como si se hubiera quedado con el dinero de las nóminas de la empresa. Los excesos, verbales y escritos, para los que no busca complicidades, serían en otras circunstancias celebradas como exhibiciones de arrojo intelectual y compromiso (ya se sabe, vivimos en el mundo de las narrativas). En todo caso la calidad de sus textos supera con mucho, también en cantidad, las salidas de tono que prodiga ayudado por algunas provocaciones, que él tampoco rehúye, como aquella emboscada que sufrió en un plató de televisión donde se manipuló previamente el sentido uno de sus artículos y después no lo dejaron explicarse porque en eso precisamente consistía el éxito del programa.

Dos de sus libros más recientes, “Un buen tío” (2.018) y “La verdad” (2.021), son exponentes de una prosa culta, abstracta en muchas ocasiones obligando a la relectura, pero llena de matices que desvelan la parte más oscura, tergiversadora, del lenguaje periodístico militante. Por ese compromiso con la verdad, con sus aciertos y errores, puede defender la inocencia de Camps deshuesando las 169 portadas que “El País” le dedicó por un puñado de trajes y a la vez la manipulación de la noticia afectante a Pablo Iglesias a cuyo partido se refiere, con más que evidentes intenciones, como “la podemia”. Por Arcadi Espada salen a la luz palabras como “quiasmo”, “anacoluto” y “sicofante” o crea entradillas cáusticas en sus artículos como “Mi liberada” con su epílogo, “Sigue ciega tu camino”, sacan al lector de prensa de la abulia a la que nos conduce lo previsible. Sus hallazgos expresivos puede que no nazcan de la necesidad del discurso, pero el rebuscamiento expresivo nunca lo hace caer en el exceso o la cursilería.

Su amigo “Paco” Camps cayó por un puñado de trajes, Arcadi Espada por un puñado de palabras. Caprichos del destino.

José María Sánchez Romera

 

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