¡ Qué tropa, joder, qué tropa! / Juan Bolívar

 

Seguimos en ese llamado confinamiento distópico que, por cierto, se está dilatando en el tiempo más de lo que en los inicios hubiéramos pensado y además está ocurriendo como al principio de la pandemia, en el que llegábamos tarde a todo, a las mascarillas, a los respiradores,… Ahora, según los expertos, los de verdad, no los del ministerio, vamos otra vez muy lentos en algo que debería ser de máxima urgencia como es la vacunación, en la que se deberían estar usando todos los medios humanos y materiales disponibles, sean públicos o privados, pero eso parece que es pedir demasiado. Recordando a Cicerón (Quousque tandem abutare, Catilina) podríamos preguntarnos: Hasta cuándo políticos abusaréis de nuestra paciencia.

Pues bien, al margen del drama sin paliativos de la pandemia que estamos padeciendo y que ha hecho saltar las costuras económicas y sociales de nuestro mundo, les hago llegar algunas anécdotas que quizá puedan alcanzar el grado de categoría. A saber:

1.- De vergüenza ajena podemos calificar el juicio al que estamos asistiendo por la supuesta realización y por tanto falsificación del título de un máster de una representante pública , que en teoría deber ser modelo para la sociedad y sin embargo observamos cómo intenta derivar su responsabilidad en la no realización del mismo hacia una Universidad, con el desprestigio que pueda ocasionar. Hay varias lecciones que se podrían extraer oyendo las declaraciones de la encausada pero yo me centraría en la falta de escrúpulos cuando detentas el poder para conseguir unos fines y por otra parte en el valor que le damos a la obtención de títulos sin controlar y evaluar cómo se han obtenido los mismos. De hecho somos conscientes de que en alguna medida la Universidad puede ser una expendedora de títulos que se abonan por los estudiante o sus familias sin que se fomente el valor del aprendizaje.

2.- De patética también podríamos considerar la salida de pata de banco de nuestro insigne vicepresidente de Gobierno de España, cuando en una entrevista televisiva compara a los huidos del “procés” con los compatriotas que tuvieron que exiliarse tras el golpe de estado franquista. Pronto se va a conmemorar el noventa aniversario de la proclamación de la Segunda República y habrá tiempo de analizar aspectos de esa efeméride. Ahora me quedo y suscribo plenamente las palabras del académico y casi paisano nuestro Muñoz Molina cuando dice “Comparar con cualquiera de ellos (a los exiliados) a esos señoritos supremacistas catalanes que aprovecharon el dinero público de todos en una mezcla de golpe de Estado y charlotada grotesca es más que una injusticia: es una vileza”.

3.- Y si no fuera triste por lo que encierra de falta de ejemplaridad y de que se cumplan las normas, habría que tratar de pillos, pícaros, granujas, desvergonzados,…a aquellos de nuestros representantes que se han saltado los protocolos de vacunación. España otra vez dando imagen de chanchullera y poco seria.
Confiemos en que publicar estas y otras actuaciones similares ayude, de alguna forma, a que no se vuelvan a cometer y no tengamos que recordar la frase que el Conde de Romanones dejó para la historia cuando se enteró de lo que habían votado sus colegas tras la palabra dada y que da título a estas reflexiones. En fin.

 

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