La última película de Jonás Trueba se inicia en el Café Central de Madrid, en noviembre de 2020. Chano Domínguez, delante de su piano, solo necesita aproximadamente ocho minutos para marcar el ritmo que tendrá la película durante la próxima hora. ‘Tenéis que venir a verla’ ha sido encumbrada por prácticamente toda la crítica española, diciendo de ella que es una de las mejores películas del año. Sin embargo, yo tengo mis dudas. Dos parejas de amigos de clase media y acomodados vuelven a verse después de mucho tiempo. Una de las parejas decidió irse a vivir al pueblo. La otra seguir en la ciudad. Guillermo (Francesco Carril) y Susana (Irene Escolar), Elena (Itsaso Arana) y Daniel (Vitor Sanz). La pandemia como telón de fondo.
El director nos ofrece una película cuya estructura no es la clásica, un trabajo que parece ser más bien un collage de fragmentos de la vida de ambas parejas, amigos que tienen dos conceptos distintos de ver y entender la vida. Eso sí, las reflexiones existencialistas que surgen de los diálogos entre los personajes son de recorrido corto, no hay profundidad en la que quedarse con una buena botella de oxígeno. Un tema de conversación sobre la vida en la ciudad y en el pueblo, la necesidad de verse o no en caso de no existir motivo o ganas, ser o no madre y dejarse devorar por la nueva criatura, la delgada línea entre el amor y el cariño, los silencios incómodos que se rompen con frases hechas y un largo etcétera. En el fondo, la vida misma y el filósofo alemán Peter Sloterdijk revoloteando en el ambiente a través de su libro ‘Has de cambiar tu vida’, en el que se cuestiona el papel de la religión y todo lo que supone para todos nosotros. Y, por si fuera poco, Olvido García Valdés soltando algún que otro fragmento poético para intelectualizar aún más la historia.
La vida cambia y el rumbo de cada una de las parejas es totalmente distinto, opuesto diría yo. Se nota que hay una especie de muro transparente que los separa por mucho que se empeñen en seguir manteniendo una relación que ya no tiene sentido alguno. Forzar la situación cansa y se acaba notando en el lenguaje no verbal que la jornada es una pantomima, que no tienen ya nada que compartir. Es muy complicado que todas las amistades perduren en el tiempo y ‘Tenéis que venir a verla’ es la afirmación de Trueba de que es así.
El problema es que estoy empezando a cansarme de ciertas películas independientes que, pretendiendo alzarse como obras de cierta relevancia intelectual, caen en el manido existencialismo al que creo que ya no se le puede sacar más jugo. De verdad, se me hace muy complicado conectar con una historia en el que dos parejas de amigos, después de mucho tiempo sin verse, se ponen a hablar como académicos y metafísicos y con un libro en la mano de Peter Sloterdijk. No lo sé Rick, parece falso.
Resumiendo, ‘Tenéis que ir a verla’ es otra película más sobre lo triste que es nuestra existencia y las consecuencias de nuestros actos y decisiones. No aporta nada nuevo por mucho que la crítica nacional se empeñe en decir que es un pastel delicioso. Ya saben, hablar no muy bien de una película española es un pasaje directo y gratuito al Infierno, aunque tengas tus motivos.
Isaac Cabrera Bofill
Lcdo. Ciencias Políticas y de la Administración