Veneciafrenia (2021, Álex de la Iglesia) / Isaac Cabrera Bofill

 

Era el año 1973. Nicolas Roeg estrenaba su película ‘Amenaza en la sombra’ (Don’t Look Now), una historia de la escritora británica Daphne Du Maurier y adaptada por Allan Scott y Chris Bryant para la gran pantalla. Han pasado casi cincuenta años desde entonces y aún podemos decir que aquella historia sigue viva y con fuerza, terror del bueno que sigue marcando el camino de lo que hoy en día debe hacerse si se pretende incomodar al público. Una niña muerta, un arquitecto y su esposa que se trasladan a Venecia con el objetivo de restaurar una iglesia que se cae a trozos, un par de ancianitas esotéricas y un mensaje aterrador. En aquel entonces esta película de culto no necesitó nada más para dejarnos con mal cuerpo. Algunas de sus escenas las tengo grabadas en la retina, os lo aseguro. Así pues, cuando me enteré de la existencia de la última película de Álex de la Iglesia, ‘Veneciafrenia’, no dudé en visionarla. Y eso que este director ya me ha defraudado en múltiples ocasiones y he seguido dándole una oportunidad detrás de otra, hasta ahora.

Pero, antes de nada, creo que es buena idea mencionar un par de temas. El primero de ellos es la problemática del turismo de masas. Hace mucho tiempo que esta ciudad se convirtió en un parque de atracciones casi flotante. Sus calles, plazas y hoteles están abarrotadas de turistas acaparadores a los que les da igual todo aquello que esté fuera de su círculo de placer. Este tipo de turismo es más perjudicial que otra cosa, afectando principalmente al bienestar de los habitantes de la ciudad y poniendo en riesgo la propia salud del modelo de negocio. Imagínate por un momento que tu pueblo recibe una media de más de 20 millones de turistas al año. Me da ansiedad con solo pensarlo. Sinceramente, creo que es preferible un equilibrio entre economía y sostenibilidad. De hecho, la situación llegó a un punto en el que los inmensos y contaminantes cruceros llegaban a Venecia descargando en el mismísimo casco histórico a los turistas cual plaga de langostas devorando todo a su paso. El gobierno italiano tuvo que tomar cartas en el asunto y regular la entrada de los cruceros en la laguna ante las protestas de los venecianos durante más de veinte años.

El segundo tema que quiero tratar es el de los giallo. Para quien no esté muy ducho en asuntos cinematográficos, lo explicaré de manera muy resumida. El giallo es un género de cine que tiene su origen en la literatura, un fenómeno nacido durante el siglo XX en Italia. Este término hace referencia a las portadas amarillas de las novelas de misterio que fueron publicadas casi a principios de los años 30 y que, al final del fascismo italiano, llenó nuestro imaginario de asesinos en serie, desquiciados, vicio, sexo, sangre y violencia sin escrúpulos. No fue hasta 1933-34 cuando el giallo llegó a la gran pantalla gracias al director de cine italiano Mario Camerini (1895-1981). Sin embargo, son más destacables otros nombres como Mario Bava (Seis mujeres para el asesino, 1964) o Dario Argento (Suspiria, 1977), entre otros. Pero, ¿cuáles son las características de un giallo? Pues no existe un marco totalmente cerrado que nos ayude a identificar películas que estén completamente dentro del género, pero sí hay ciertos rasgos a tener en cuenta. Las historias cabalgan entre el misterio y el terror, siendo los protagonistas un asesino en serie cuya identidad desconocemos, víctimas que suelen ser mujeres y alguien que investiga lo que está sucediendo. A veces, el asesino (o asesina) en serie está imbuido por elementos esotéricos y tienen especial predilección por el protagonista o protagonistas extranjeros que se meten allí donde nadie los había invitado. Y, por supuesto, la policía siempre aparece como apática, sin ganas de vivir ni de resolver nada. Por cierto, las bandas sonoras solían ser increíbles. Estamos hablando de Ennio Morricone o Goblin, por poner un par de ejemplos.

Llegados a este punto, te estarás preguntando, ¿este artículo no iba sobre ‘Veneciafrenia’? Sí, pero es que resulta que Álex de la Iglesia ha utilizado la problemática del turismo de masas como la excusa para el asesino en serie de su historia. Del mismo modo, son muchos los que no han dudado en afirmar que el director español nos ha brindado un giallo. Venga ya, no me tomen el pelo. Como mucho se puede decir que ‘Veneciafrenia’ es un slasher barato, ridículo y aburrido. Un producto con el que se estrena la colaboración entre Sony y Amazon para dar vida a una serie de películas de terror. Sinceramente, esta antología no pinta nada bien. Álex de la Iglesia nos cuenta la llegada de unos turistas españoles medio panolis a Venecia y en pleno carnaval. Tendrán un encontronazo con un misterioso bufón o arlequín durante un trayecto por la laguna. Pronto, empezarán a desaparecer algunos de los miembros del grupo, así como otros turistas.
En este tipo de películas no es necesario que tengamos un conocimiento en profundidad de cada uno de los personajes, pero al menos algo que nos permita conectar con ellos y sobrellevar su muerte en la pantalla, incluso sentir un poquito de pena. En el caso de ‘Veneciafrenia’ lo que ocurre es que el espectador se limita a ver una serie de asesinatos que no producen ningún tipo de reacción en el mismo. Es más, incluso me atrevería a decir que lo que uno espera en realidad es que el asesino acabe lo antes posible con todos para que lleguen los créditos rápidamente y acabe así esta pesadilla de interpretaciones malas. Por otra parte, el montaje es atropellado y de la fotografía mejor ni hablar, salvo unas cuantas escenas. En cuanto al final de la película, queda bastante claro que Álex de la Iglesia y los guionistas no sabían muy bien cómo terminar esta bufonada. Lo único que me ha gustado de ‘Veneciafrenia’ es el traje de Rigoletto que lleva puesto el asesino y el resto de disfraces, así como los títulos de crédito y la banda sonora de Roque Baños. Todo lo demás, mejor olvidarlo por el bien de nuestra salud mental.

Resumiendo, ‘Veneciafrenia’ prometía terror, misterio, sangre y diversión. Lo que finalmente acaba dando es vergüenza ajena y aburrimiento.

Isaac Cabrera Bofill
Lcdo. Ciencias Políticas y de la Administración.

 

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