Me gusta, con las primeras horas de la mañana, oír la radio para ir preparando el cuerpo a las desdichas del día. Y fue una de esas mañanas, oyendo a algunos líderes de la radiofonía nacional, cuando recordé al fraile Savoranola. Y no porque hablaran del Papa o de los Médicis, como el fraile florentino, sino por el tono exaltado y apocalíptico de sus advertencias y profecías. Que padecemos el gobierno más negro y desdichado de la historia reciente. Que vivimos en el filo de la catástrofe y que el mapa de España está a punto de desintegrarse.
No recuerdan nuestros savoranolas autóctonos que hubo un gobierno, no hace mucho tiempo, en el que pagamos un rescate económico, encubierto y salvaje; un gobierno en el que se produjo la primera, y breve, eso sí, declaración de independencia de la historia reciente. Que garantizó que no habría mesas donde ir a votar ni espacio donde colocarlas. Pero hubo mesas, y papeletas y votantes apaleados por las fuerzas llevadas ex-profeso. E imágenes.
La idea de la catástrofe va prosperando y los savoranolas de micrófono y madrugada la sostienen cada día. Se trata de repetirla hasta hacerla creíble. Que baja un poco el paro, siempre menos de lo necesario; no es cierto, se manipulan las cifras. Que el salario mínimo obligatorio no haya hundido la economía, como vaticinaron, tiempo al tiempo. A la reducción de la tarifa de la luz, la llamaron ellos, con sorna, diría yo, “la chapuza ibérica”, aunque en otros países, también comunistas, de Europa, pareciera una medida justa y razonable.
Pero lo mismo que Savoranola predicaba la salvación para el fin de mundo que veía tan cercano, sus acólitos mañaneros pregonan también la suya. El fraile dominico se acogía al arrepentimiento, la penitencia y abrazar la pobreza vestidos con un saco y echarse al monte. Para nuestros agoreros de la catástrofe, la salvación no es tan extrema ni tan sacrificada. La victoria está en las urnas, las esperanzas puestas en el 28 de mayo. Aunque, mientras tanto, viajan a Bruselas para denunciar que este gobierno, (secuestrado por “una minoría ideológica”, Ayuso dixit, sin saber lo que dice), no es de fiar y malgasta las subvenciones, y mientras, tenemos secuestrado, eso sí, algunas salas del poder judicial por los mismos que denuncian con tanto descaro como ilegalidad.
Lo que no profetizan nuestros savoranolas es qué sobrevendría a la gran victoria, que ya vaticinan como rotundo plebiscito. Probablemente un gobierno PP-VOX. Y ahí sí que habría materia para un largo sermón apocalíptico.
Tomás Hernández