A pie de página / Ya no hay retorno

 

Almuñécar ha mostrado en estas elecciones municipales su decisión de cambio. Tal los resultado electorales, el votante ha manifestado su decisión de limpiar la casa y despojarse de muebles, excesivos y pesados muebles, que impedían renovar el aire de estancias en exceso recargadas, por no decir polvorientas, que también. El Tsunami Juanjo no es precisamente de siglas, es también generacional donde el calzado de «material» se ha convertido en funcional y deportivas «converses», que más que marca el electorado lo ha interpretado como guiño que denota escucha y cercanía, dos modalidades de actitud que siendo esenciales en política estaban erradicadas de ciertos comportamientos que se han mostrado más cercano al uso de las redes sociales como herramientas de delación, falsas acusaciones y desvergüenza amparados en el anonimato de perfiles que en muchos casos derrochaban ranciedad en sus avatares. Cazurrerías todas que han pasado factura y de qué manera.

Lo que este 28 de mayo nos deja en lo local es que la opinión ciudadana destierra comportamientos políticos sobrepasados de cinismo, ínfulas y desinteres y rechaza que la política sea una zona de confort donde cada cuatro años se desempolvan promesas para seguir conservando el sillón municipal a cuenta de la credulidad de ciudadanos de buena fe.

Seamos realistas y entendamos que este es un cambio de ciclo que concentra el voto de muchos sectores que han roto el techo electoral de un partido concediéndole una mayoría histórica, pero también son ciudadanos que no van a permitir que sus representantes terminen por adorar a aquello contra lo que se luchaba; pues que esto no es el bíblico Jacob luchando contra el ángel, es desarrollar metas amplias generadas por acciones. Almuñécar necesita mantener esa ilusión generada y eso se hace desde el primer día de gobierno perseverando, más que en las promesas, en el trabajo diario que es la maquinaria para hacer posible las otras.

Y si alguien piensa que ayer, 28 de mayo, no pasó nada, aparte la ilusión generada de una mayoría, decirle que en la vida siempre llega la hora del adiós y el eterno retorno es una cosa de Nietzsche. Has been, decían en Hollywood cuando una estrella se convertía en veneno para la taquilla.

 

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