Tal como está el patio habrá que pensar en volver a la fresquera ( armario de cocina decimonónico donde se guardaban los alimentos y cuyas puertas o bien eran de celosía o mantenían la ventilación mediante tupida tela metálica), ya que, al precio de la energía, habrá que abandonar el uso de las neveras. Pero no solamente el lujo de mantener la electricidad es un peligro de esta distopía, que un día sí y otro también asoma orejas y hocico, también los ardores guerreros amenazan el mercado alimentario y son numerosos los expertos que aconsejan un almacenamiento de alimentos que, si bien mínimo, al menos contengan los elementos necesarios para la nutrición.
En primer lugar se recomienda, ante cualquier posible emergencia, el agua con una previsión de al menos un litro por persona y día.
Las legumbres procuran proteínas, micronutrientes y fibra.
También las conservas juegan un papel importante en este armario de emergencia. Alcachofas, pimientos y hasta una menestra son un buen ejemplo de verduras y hortalizas. Por supuesto una cantidad discrecional de atún, caballa o sardinas que contienen ácidos grasos omega 3 o vitamina D.
El pan tostado,los clásicos picos o colines mantienen condiciones óptimas durante mucho tiempo, al igual que una cantidad de fruto secos crudos o tostados que aportan fibra, proteínas, grasas de calidad y nutrientes.
Los caldos de bote; pescado, verdura, ave o carne son imprescindible en este fondo de fresquera recomendado, sin olvidar los huevos que tienen un periodo de conservación de unos 28 día desde su puesta y son una fuente muy importante de proteínas.
Dejemos a un lado las dietas y pensemos que todo alimento que se pueda conservar es factible a ser almacenado en nuestra despensa de emergencia.