Breve recorrido histórico por la agricultura y el uso del agua en Almuñécar / Alejandro Irurzun Montoro

1750 © Cartografía Histórica Digital de Andalucía

El emplazamiento de la población de Almuñécar viene dado por las tres colinas que se levantan frente al mar y las dos llanuras formadas por aportes sedimentarios que las rodean, la del río Verde situada a Levante y la del río Seco situada a Poniente, dos importantes depósitos de materiales fluviales que históricamente han multiplicado la posibilidad de explotación agrícola. Hasta bien entrada la época moderna estas dos llanuras, formadas por el abandono de las dos bahías marinas, fueron dos ensenadas en torno al extremo de la lengua de terreno sobre la que se asienta en la actualidad la población sexitana. Así, a la importancia indiscutible para su economía de la producción de salazones, se le unió, seguramente desde época fenicia, la actividad agrícola.

En la Sexi romana la producción de olivos, vides, cereales, leguminosas y frutales, debió alcanzar, en algunos casos, una gran rentabilidad económica, modificando de manera evidente el paisaje, al desforestar las sierras de alrededor cuya erosión colmató las tierras bajas. En esa explotación agrícola, el papel vertebrador corrió a cargo de las villas que conformaron su ager, entre las que estarían la de Cotobro, Río Verde, Torre del Monje, La Albina, Finca la Cerca, Cercado de Santa Cruz, Barrio de San Sebastián, Las Peñuelas, Torrecuevas, etc. y un uso del agua aún por estudiar, más allá del papel que debió de tener su monumental Acueducto, que por lo que a época reciente se refiere, estuvo en funcionamiento para ese uso agrícola hasta principios del siglo XXI.

En época musulmana, principalmente en torno a los s. X y XI, el paisaje agrario ligado a al-Munakkab se articuló en torno a la figura de las alquerías, unas unidades de poblamiento autónomas con capacidad para organizar y explotar el territorio, dentro de un contexto geográfico dominado por unas tierras sumamente fértiles que eran aprovechadas para diferentes cultivos, principalmente de regadío, huertos y un gran número de árboles frutales. Las alquerías ligadas a las márgenes de río Verde, por ejemplo, fueron las de Turillas, Cázulas, Otívar y Jete. Con la formación de al-Andalus y ese nuevo paisaje agrario, la economía pasó desde primera hora a tener una orientación esencialmente agraria, tanto para autoconsumo como para sacar a los mercados, en el que su puerto sería clave para su desarrollo, en donde comerciaban con seguridad mercaderes genoveses y muy probablemente también judíos. Entre los cultivos para la exportación, destacaba la caña de azúcar, que era tratada bien en trapiches de dimensiones reducidas, pequeños molinos de azúcar movidos por bestias, o en los llamados “ingenios”, en este caso de dimensiones mayores, que utilizaban la fuerza motriz del agua.

Aprovechando su envidiable situación, de cara al Mediterráneo, también eran numerosas las zonas de viñedos, moreras negras e higueras. En el primer caso para la obtención de uvas pasas y vino; en el segundo para alimentar a los gusanos de seda; y en el tercero para la producción de higos secos. Aunque la visión de las especies cultivadas en el territorio durante los siglos de dominación musulmana es sumamente parcial, el Libro de Apeo y de Repartimiento de Almuñécar es una fuente de información muy valiosa sobre las especies cultivadas en ese momento último del reino nazarí y los primeros años de control cristiano, a finales de 1489.

Del análisis somero de las entradas en dicho Libro, puede comprobarse cómo el moral, por mucho, es la especie arbórea más cultivada, seguramente relacionado con la producción de la seda y su posterior comercialización, citándose igualmente otras especies características del clima mediterráneo que facilitaría el cultivo de limoneros, granados, higueras, almendros, albaricoques, ciruelos, nogales y olivos, dándoles igualmente a los repobladores numerosos marjales de huerta, especialmente en río Verde y, en menor medida, en río Seco, una tierra considerada en el documento como de peor calidad. La explotación de los morales, junto con la vid y “los marjales de tierra cañas puestas”, indican una actividad importante industrial y comercial.

Toda esa importante producción agrícola necesitó de un gran aporte de agua, especialmente la caña de azúcar, una especie traída de oriente que necesitaba al mismo tiempo calor y humedad abundantemente. Por el mencionado Libro de Repartimiento, conocemos algunas de las acequias que en aquella época circundaban el alfoz sexitano. En repetidas ocasiones se cita de manera genérica “el acequia”, y de manera individualizada la de Talhará; La Ciudad; La Alta, Enmedio y Baxa; la Grande; la Vieja; o a “La Madre de las Acequias” en alusión posiblemente a donde cogerían el agua la mayoría de ellas, seguramente la actual Acequia Antigua, Árabe o del Rey. Avanzado los siglos, en un plano de finales del siglo XVIII, aparecen tres acequias en el margen izquierdo de río Verde: la Superior y la Alta, cuyo recorrido debe corresponder con la actual Acequia Almansa, y la que se denomina como Acequia Antigua o de las Tierras, que debe corresponder a la actual Acequia del Marqués.

En una serie de planos sucesivos del año 1918, dónde se representa la cuenca de río Verde desde el Término municipal de Lentejí hasta su desembocadura en Almuñécar, aparecen citadas varias acequias que en algunos casos han mantenido su denominación, como la Acequia Cuevas o Trapiche, o la de Almansa, pero en otros, sin embargo, se aprecia que se las denomina de distinta manera a como se conocen hoy en día. Son la Acequia del Rey, que a su paso por Jete se la denominaba de La Melcochera, y durante su recorrido por el término municipal de Almuñécar, del Pueblo; y la llamada como Acequia de Jete, que ahora es conocida como Haza Villa. Por último, en una de las Ordenanzas de aguas depositadas en la Comunidad de Regantes de Río Verde de Jete y Almuñécar, se cita que “Las acequias matrices para conducir las aguas a los diferentes pagos de esta vega son: Acequia del Rey, de Almansa, de la Puerta del Mar, de la Vega y de Amatriche”.

El sistema histórico de regadío de Jete y Almuñécar, constituido por 29 acequias y más de 48 kilómetros de recorrido, se ha identificado, caracterizado, catalogado, georreferenciado y digitalizado recientemente, y sería de vital importancia que, antes de que el proceso ya iniciado de modernización del regadío consiga que el agua deje de correr por sus acequias y, con ello, que su sonido deje de llegar hasta nosotros, se investigara en profundidad. Conocer su verdadero origen y sus posteriores transformaciones, y saber qué importante fue, a lo largo de tantos siglos, en la economía, la cultura y la sociedad almuñequera.

Bibliografía:
-Birriel Salcedo, M.M. (1989). La tierra de Almuñécar en tiempos de Felipe II. Universidad de Granada y Ayuntamiento de Almuñécar; (1993-1994). “Nuevos datos sobre el patrimonio confiscado a los moriscos: la Costa De Granada”. Chronica Nova, 21.
-Calero Palacios, M.C. (2010). El Libro de Repartimiento de Almuñécar. Estudio y edición. Editorial Universidad de Granada.
-Gómez Becerra, A. (1995a). “El poblamiento Altomedieval en la Costa de Granada”. BIBLID, 13; (1996). “Las murallas islámicas de Almuñécar. (Granada)”. Arqueología y Territorio Medieval, 3.
-Ladero Quesada, M.A. (1989). Granada. Historia de un país islámico (1232-1571). Editorial Gredos.
-Malpica Cuello, A. (1984). Turillas, alquería del alfoz sexitano. Universidad de Granada.
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-Sánchez López, E.H. (2011a). Aqua sexitana. Tesis Doctoral.

 

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