En la edición de ‘Grandes éxitos’ que es este 2023 para el festival Jazz en la Costa, no podía faltar uno de los artistas que mejor recuerdos ha dejado en sus intervenciones anteriores: Kurt Elling. Y más cuando la noticia del fallecimiento de Tony Benett, el último de los crooners clásicos deja el micrófono un poco más vacío. El penúltimo concierto del festival sexitano tuvo como protagonista a un auténtico mago de escenario, un cantante de voz infinita que combina, por activa y por pasiva, con sus dotes de entretenedor de la vieja escuela.
A Kurt Elling se le ha visto crecer en nuestro certámenes casi desde que era un cantante en ciernes, en uno de los escasos mundos públicos donde lo que más abundan son las mujeres. En la actualidad, la crítica lleva década y media, años tras año, señalándolo como el mejor cantante jazzy del mundo. En Almuñécar les dio la razón.
La rica voz barítono que maneja a placer abarca cuatro octavas y presenta tanto un dominio técnico sorprendente como una abisal profundidad emocional con la que refuerza el mensaje de lo que canta, que para este músico y licenciado en filosofía, cada canción está llena de intenciones, sea una meditación, una demanda, un lamento o una queja, pero nunca es una exposición vacua, ingenua y rara vez simple en sus expresivas interpretaciones. Sin hablar de cálido matiz varonil de crooner de su timbre vocal, masticando las palabras y con un control absoluto del tiempo. Y esta vez tocó bailar.
Detrás estuvo un guitarrista que debutó discográficamente con él hace años: Charlie Hunter, polifacético instrumentista que diseña guitarras que le permiten ejercer a la vez de bajista y guitarrista con un instrumento híbrido y doble amplificación, lo que sorprendió a los menos avezados en este tipo de ventriloquía sonora. Juntos han facturado los dos volúmenes de ‘Superblue’, un trabajo orientado hacia los márgenes del Jazz, hacia el Soul, el Blues y mucho Funk, que fue lo que sonó brioso en el Parque El Majuelo anoche. Los resultados fueron inmediatos y gran parte de la audiencia se levantó para poder seguir, de cuerpo entero, el vibrante Groove del cuarteto.
Además de sus facultades, de esa elegancia y ese porte de crooner de serie, el hombre hace todo lo posible por acercarse a sus oyentes, y en el colmo del respeto llevaba escritas en castellano las frases que quería decir, esfuerzo que fue entendido y gratificado con aplausos y un plus de afectuosa receptividad. Estableciendo una gozosa comunicación bidireccional, de crianza en club obviamente, y gratificada con una gran y sudorosa ovación final.
Prensa festival