El Festival de Teatro Grecolatino de Almuñécar, que viene celebrándose en el auditorio de El Majuelo, llega este sábado a su tercer espectáculo de la mano de Teatro del Temple y su versión del clásico Edipo de Sófocles dirigida por Carlos Martín quien también representa al personaje.
Edipo ha abandonado su tierra, un terrible augurio lo empuja a huir de su destino. En su camino tiene un duro altercado; poco después llega a una ciudad asolada por la enfermedad, una hechicera la ha maldecido y no la abandonará hasta que alguien resuelva el enigma. EDIPO da con la solución, libera la ciudad y se casa con Yocasta, la viuda reciente del anterior gobernante.
La historia de Edipo y Yocasta es una historia universal que nos seduce y conmueve porque nos identificamos con su fragilidad, con su atrevimiento, con su ignorancia. Nos hace reflexionar sobre las preguntas esenciales para las que aún no tenemos respuesta: ¿somos dueños de nuestro destino? ¿Quién o qué interviene en nuestras vidas? ¿Los acontecimientos que nos su- ceden son causados por nuestras acciones, por azar o por capricho divino?
Edipo vive en un mundo en el que se siente seguro, ha llegado de la nada y se ha convertido en el rey, ha conquistado su destino, su felicidad. ¿Qué puede salir mal?
¿Por qué debería salir algo mal?
Y de pronto una pandemia. Un azote incontrolable que diezma la población y empobrece a sus habitantes. El destino no da tregua, los dioses se ríen de nosotros o ¿somos nosotros los que nos construimos sobre errores que no queremos ver?
«…¿Tienen nuestras acciones algún efecto en nuestro entorno, en nuestro futuro? »
Edipo cometió un crimen que ha olvidado, que nadie ha castigado. Sus padres biológicos también cometieron un crimen: mandaron matar a su propio hijo. Él ha sido asesinado en un cruce de caminos, ella aún no conoce su cas- tigo. Es la tragedia griega en estado puro.
Su historia familiar se eleva a lo universal y nos alcanza en nuestros días. ¿Acaso no seguimos asolados por acontecimientos imprevistos? ¿No sufrimos pandemias, guerras, desastres naturales que no podemos controlar?
¿No cometemos crímenes medioambientales que preferimos olvidar?
El ser humano del siglo XXI vive en una profunda contradicción. Nuestra especie, que ha alcanzado un altísimo dominio de la naturaleza, que por momentos cree haber alcanzado la supremacía sobre el planeta, sabe en lo más profundo que es un pelele, que el control de su existencia reside más allá de sus manos, que las preguntas que se plantearon en el origen de nuestra cultura no han sido contestadas.
Edipo y Yocasta son un espejo en que nos mirarnos: seres indefensos, inconscientes de las consecuencias de sus actos, convencidos de poseer la mirada verdadera. Será necesario deshacer esa mirada, cegarla para ver.