En la Cueva de Siete Palacios de Almuñécar hay una vitrina que contiene el objeto más enigmático de todo el espacio expositivo. Pero no llama la atención por su estética, tampoco por su técnica, ni por el material utilizado, pues está elaborado en piedra bastante común, conocida como toba. Sin embargo, nos sorprende que no tiene un buen acabado; nos resulta misteriosa esa factura tosca y ese aspecto arcaico que presenta.
Se trata del León Fenicio de Almuñécar, un elemento muy antiguo y singular, que es mitad escultura y mitad elemento de construcción, pues es un sillar que está trabajado en un extremo para darle el aspecto de un León. Constituye un elemento arquitectónico decorativo conocido como “sillares de esquina”, es decir, un sillar zoomorfo con forma de león, formando parte de una construcción funeraria, que tendría forma de pequeña torre, posiblemente de planta cuadrada y llevaría una figura de este tipo en cada una de las cuatro esquinas.
Esta misteriosa escultura encierra mucho simbolismo en esa, apenas, esbozada imagen de un león, ya que serían considerados como animales guardianes, que además indican poder social, quizá relacionando ese espacio con la realeza. Además cumpliría una función protectora muy parecida a la que tendrían las esfinges egipcias guardianas de templos.
El León fenicio de Almuñécar se encontró en la necrópolis fenicio-púnica de Puente Noy, hace casi 60 años. Se conoce que había dos esculturas de leones de piedra iguales, pero no se sabe que ocurrió con ellas; tan sólo que el propietario de una, facilitó y permitió el estudio de la escultura, cuyos resultados se publicaron en 1983, resaltando sus características de tipo fenicio y relacionándolo con estructuras funerarias del mundo hispano-fenicio; por la influencia de la cultura fenicia venida de oriente, así como de los pueblos que vivían en la península ibérica, los iberos. Este hallazgo era muy importante
porque probaba la existencia de escultura en monumentos funerarios fenicio-púnicos.
El León fenicio de Almuñécar podría estar relacionado con la sepultura conocida como C-4, que se excavó en 1980; una sepultura de inhumación muy importante,
porque está compuesta de una cámara cuadrada, hecha con sillares de piedra arenisca, que tiene un nicho en una de las paredes, y además un dromos, es decir, una especie de pasillo de acceso a la cámara funeraria. Es muy posible que esta sepultura tuviese una construcción en superficie que señalara la sepultura y también la protegería.
Quizá este monumento tendría forma cuadrada y llevaría un león en cada esquina, elaborados con piedra caliza porosa, que se conoce como Toba. Este león es uno de los cuatro guardianes del sepulcro funerario. La simbología del animal se asocia a monumentos funerarios, porque son alegorías de fuerza, de protección y de poder y por ello suelen aparecer custodiando las tumbas.
La escultura está muy deteriorada y sólo conserva la parte delantera del cuerpo. El león está de frente, con una posición rígida. La parte de atrás acaba en vertical, porque es la parte que estaría adosada a la construcción, formando parte del muro de piedra. Tiene restos del estucado de yeso blanco, en la parte delantera de la cabeza del león y la mitad derecha, que son aquellas partes que se ven, correspondientes con el exterior del monumento, mientras que la parte izquierda quedaría cubierta por otro sillar de piedra del monumento. La superficie alisada blanca, estaría decorada con pintura roja, de la que aún conserva restos.
Este tipo de escultura es fenicia y se puso de moda entre los indígenas. Servían para indicar que ese enterramiento correspondía a una persona muy importante y se encarga a maestros canteros que conocen perfectamente cómo realizar estos elementos tan de moda entre las personas más poderosas de Oriente, sirviendo como figuras protectoras y guardianes de la tumba, una creencia fenicia, que se adopta de Mesopotamia. Muchos documentos escritos antiguos, esculturas y escarabeos, dejan entrever la relación entre las divinidades femeninas y los leones en las religiones del Próximo Oriente. En Mesopotamia, las diosas van asociadas a los leones, se les pone cabeza de león, o van subidas en un león. Es una manera de describir el carácter de estas diosas poderosas, de aspecto fiero y victorioso.
Astarté, la diosa fenicia de los cananeos (los fenicios del actual Líbano y por tanto los fenicios tirios que llegan a Almuñécar), se asimila con las diosas
mesopotámicas anteriores y con diosas egipcias. Describe la personalidad guerrera de la diosa al identificarla con la imagen felina; la denominaban “Señora de los Leones”, los fieles se autodenominaban “Siervos de la Leona”, porque estas eran ”las Diosas Leonas” y sus representaciones protegían tanto a la sepultura como a los difuntos que hay enterrados en ella.
Elena Navas Guerrero, Arqueóloga Municipal de Almuñécar
Ilustración de Toni Quiros