Ayuso, la Maríana Pineda madrileña, ha dicho que le gusta la fruta.
Ya están tardando nuestros alcaldes de la Costa Tropical en invitarla para que vea cómo nos las gastamos por aquí con el tema de la fruta. O, por lo menos, en enviarle una buena cesta de frutas a Madrid, ahora que se aproxima Navidad.
Frutas las nuestras como nunca se han visto ni degustado. Exquisitas. Acariciadas las flores por la brisa del mar. Frutas salinas, frutas dulces. En una burbuja extasiante, las frutas de la Costa Tropical no tienen parangón en el mundo, con el Mar de Alborán bendiciéndolas. Aguacates (¡sí, es fruta!), chirimoyos (le explicaremos a Isabel que, en nuestra tierra, como si fuéramos vascos –vaya por Dios, en estos momentos-, llamamos a las frutas como nos parece, y las chirimoyas son aquí chirimoyos, incluso con dos eles), bananas, frutas de la pasión, nísperos (otra palabra para debatir…)… Y la caña de azúcar, que esos labriegos de Salobreña han inmortilizado dejándose las espaldas para que se pueda elaborar el mejor ron.
Mucha fruta hay aquí. Mucha fruta y de la buena. ¡Vente ya, Isabel!
Aquí reconocerás a la buena gente de siempre. A los “pescaores” que echaban las redes en la Playa de Puerta del Mar de Almuñécar. A los que se jugaban la vida millas adentro, en el Alborán. Marengos. Agricultores. Panaderos, tenderos, verduleros… Utilizo el masculino porque estoy seguro que ninguna mujer se da por excluida, somos un todo. Verás un pueblo dinámico, bello, moderno y vanguardista a la vez que tradicional. Un pueblo donde se aúnan culturas y religiones, donde la gente se conoce por los nombres y los motes, no por números. Una tierra donde gusta la fruta.
Propongo que también se invite al todavía fugado (seguro que el ímprobo Llarena le dará permiso para la ocasión) y al ególatra que le hace linsojos en Madrid. Al coletas y a la que siempre va como si fuera a una Comunión. Y a la presidenta del Congreso, que es la salsa de todas las fiestas. En la Jura de la Princesa, parecía la animadora de un cumpleaños infantil. En la Jura del presidente, la cheerleader. Todos serán bienvenidos en la tierra de la fruta. ¡A ver si se endulzan!
Escribo en este tono, serio aunque no lo parezca, porque la realidad es de tralla. En la cadena de televisión Cuatro nuestro querido Íker Jiménez está buscando, con ayuda de la Nasa, la Cía, el FBI, y Mortadelo y Filemón, un votante socialista en las últimas elecciones. Imposible. Han desaparecido.
Quiero dar unas palabras de esperanza a quienes están pensando tirarse al monte y no tributar nunca más, porque en España se perdonan delincuentes y se condonan las deudas millonarias de unos españoles que han gastado más que otros.
Como almuñequero y ahora viviendo en Madrid, repito que ¡me gusta la fruta de mi Costa Tropical! Date una vuelta por aquí, Isabel, más pronto que tarde
Los jueces son el único poder que queda hoy en España. Los legislativos y los ejecutivos (los que hacen las leyes y los que nos gobiernan) son los mismos lobos, tapaditos con la misma piel de cordero. Nada de Estado de Derecho, eso ya pasó. Pero, insisto, tengan confianza, todavía quedan jueces…, créanme. En Tiananmén, un solo hombre paró decenas de tanques.
Algo tengo que decir de la amnistía, claro está. Lo mejor, que todavía no está, ni se la espera. Pero el pacto infame para poder gobernar con los del flequillo bruxelense alcanza al Rey de España, porque si se crean comisiones en el Congreso para que la gentuza ponga los jueces a caer de un burro, también lo harán con el Monarca, ya que el art. 117 de la Constitución dice que la Justicia se administra en nombre del Rey. Si las sentencias que los condenaron se dictaron en su nombre…, pocos estábamos y…., mejor vamos a dejarlo. Lo pondrán verde, pero que no se preocupe: las hojas de los chirimoyeros de por aquí son verdes y son preciosas. Que se venga también.
No me vaya yo por las ramas. O sí, nunca mejor dicho. Las ramas de esta bendita Costa Tropical son los brazos de los mejores frutos que se puedan imaginar. También de uvas que alumbran vinos generosos que alegran el corazón y el alma.
Como almuñequero y ahora viviendo en Madrid, repito que ¡me gusta la fruta de mi Costa Tropical! Date una vuelta por aquí, Isabel, más pronto que tarde. Verás un jardín bendecido por mil culturas distinas. Verás diversidad de opiniones, cada uno de su madre y de su padre, pero unidad en lo que realmente es lo único e importante: la fruta. Nuestra fruta.