Texto: Elena Navas Guerrero, arqueóloga municipal de Almuñécar
Foto: Excavación del conjunto cuando su descubrimiento
Uno de los yacimientos arqueológicos más emblemáticos de Almuñécar son los restos romanos de una de las más importantes factorías de producción de salsas y pescado de toda la costa mediterránea andaluza: la factoría de salazones del Majuelo.
Estos restos arqueológicos han estado sepultados durante miles de años, y se descubrieron cuando se inició la construcción de un gran hotel en su parcela. Antes de las obras, este paraje había sido una finca agrícola conocida como “El Majuelo”. El nombre proviene del árabe, que es como se denominaba en época musulmana a los campos sembrados de vid.
La extensión de la factoría del Majuelo es grande y compleja, se extiende más allá de lo que ahora vemos; esto da una idea de la importancia que tenía la producción de salsas y salazones de pescado para la economía y el comercio del imperio romano. Porque una factoría, no es ni más ni menos que una especie de fábrica de conservas de la antigüedad, pero entonces no existían las máquinas, todo el trabajo se realizaba de forma manual y la mano de obra era esclava. Tampoco existían los frigoríficos ni los congeladores, por eso se utilizaba la sal, para conservar en salmuera.
Todo el mediterráneo está salpicado de factorías parecidas, que tienen en común su origen de época fenicia y también su peculiar ubicación junto al mar. No se construyeron en cualquier sitio, sino que se eligieron ensenadas protegidas, donde desembocaban ríos que eran navegables hacia el interior del territorio. Se situaban, además, junto a puertos importantes, pero fuera de la ciudad, para evitar molestias de olores e insectos. El puerto en aquella època estaría situado en la zona del jardín botánico.
Pero “El Majuelo” no era la única factoría que había en época romana. Había varias funcionando al mismo tiempo, cuyos restos han aparecido en distintas zonas de Almuñécar. Tal volumen sugiere que la producción de salsas (garum), conservas y salazones de pescado debió ser una actividad económica muy importante para la Almuñécar romana, conocida como Sexi Firmum Iulium.
Esta factoría Estaba situada al exterior de las murallas de la ciudad romana, y estuvo rodeada por un potente muro que la separaba del mar. Tenía un acceso hasta la ciudad formado por rampa y escalinatas, situado en el lado noreste. Su organización sigue el esquema general de las factorías de su época, con las piletas enlucidas con mortero impermeable (opus signinum), y a su alrededor las áreas de limpieza, preparación (troceado y macerado con sal), y almacenaje. En la zona sur se encuentran las dependencias dedicadas a la administración. Hay que decir que hasta la factoría llega una conducción de agua procedente del acueducto y cuenta con cisternas para el almacenamiento de agua dulce, así como un canal de desagüe que transcurre por todo el complejo.
La producción de salsas y salazones de pescado tubo una enorme repercusión en el desarrollo de actividades auxiliares como la alfarería (ánforas), porque de alguna manera había que envasar los productos; astilleros (barcos), para su traslado por todo el mediterráneo; redes de pesca; salinas y actividades agropecuarias; así como en la construcción de grandes obras de ingeniería para la conducción de agua potable (acueductos), tan necesaria para las factorías.
A partir del s. IV d.C, la factoría deja de funcionar y el espacio se utiliza como lugar de enterramiento de una villa romana.