La mirada del gato

 

El gato nos mira y nosotros miramos al gato. La extrañeza es mutua, aunque nosotros estemos convencidos de no correr peligro, y eso que la mirada, focos amarillos envueltos en un azul nocturno, nos despierta la inquietud que provoca la morfología de sus ojos haciéndonos recordar los sedimentos de leyendas, las supersticiones sobre los felinos negros que arrastra el esoterismo. Pero también al gato le provocamos una radical desconfianza que muestra esquivando nuestra presencia; deberá acostumbrarse a nosotros y, no obstante, en general se muestra independiente, absolutamente ajeno, nada domesticable en esa elegancia,, en esa  belleza que es el esplendor de la realidad cuando esta es armoniosa.

 

También podría gustarte