La producción de azúcar de caña: los trapiches, aduana e ingenios de Almuñécar ( 3ª parte) / Elena Navas

 

Durante el siglo XVIII, existía una competencia muy fuerte con el azúcar de las islas tropicales como Canarias, Madeira o Filipinas, que en el siglo XIX vendrá de las colonias Americanas. En Almuñécar, con las desamortizaciones, un gran número de familias burguesas se hacen propietarias de importantes cantidades de tierra que será plantada en su mayoría por caña de azúcar y por algodón, muy demandado por la industria textil catalana y de Málaga. Estos dos cultivos requieren de gran cantidad de riego, lo que generará conflictos por el agua. Es entonces cuando se proyecta el acueducto que conduzca el agua de la acequia del Ingenio Real, elevándola para que permita un salto de agua más potente y pueda mover el mecanismo de extracción del jugo de la Caña de Azúcar.

Es un proyecto que se presenta a Isabel II y se aprueba, en un momento en que uno de sus ministros es sexitano, D. Manuel Seijas Lozano, quien tenía intereses particulares en la producción de caña de azúcar, al haber adquirido una gran cantidad de tierras, fruto de la desamortización. Recientemente se ha publicado una excelente biografía del personaje, muy bien documentada por su autor, D. Nicolás Antonio Fernández.

D. Ramón de La Sagra tuvo la iniciativa de unificar inversiones de capital español en la industria del azúcar, mecanizándola y fundando la Sociedad Azucarera Peninsular (1845). Conoce al ministro sexitano, y este le da a conocer la Vega de Almuñécar. La influencia de Seijas Lozano fue decisiva para que fuese considerada la mejor vega para el cultivo de azúcar, y elegida por esta sociedad para instalar una fábrica de azúcar en la playa de San Cristóbal, al margen este del río Seco, que se llamará Nuestra Señora del Pilar, donde en 1847 se instalará la primera máquina a vapor de toda la Península Ibérica.

Esto hizo que se incrementase enormemente la superficie cultivada de caña de azúcar, con lo que se requería un mayor aporte de agua para riego. Es entonces cuando se crea el Sindicato de Riego, que luego dará lugar a la Comunidad de Regantes. En 1862 la reina recorre Granada y premia a la industria y los productores de azúcar de Almuñécar. Como novedad, premia la aclimatación de frutos tropicales como la chirimoya, origen del producto estrella actual de Almuñécar, que produce la mejor chirimoya a nivel mundial.

Muy cerca se instala otra fábrica de azúcar, la de Nuestra Señora del Carmen (1866), propiedad de la familia Márquez, que pasó a llamarse de Nuestra Señora de la Encarnación en 1890, y cuya casa familiar ha perdurado hasta hoy día, la conocemos como el palacete de la Najarra.

A finales del s. XIX, comienza a utilizarse el azúcar de remolacha. De todas las plantas que tienen azúcar, sólo la caña y la remolacha tienen sacarosa que las hace cristalizar. A inicios del s.XX será la Vega de Granada la que tome el relevo en la importancia de producción de azúcar, aunque en Almuñécar seguirá la producción de azúcar de caña, remodelándose antiguas fábricas y construyéndose nuevas, como la Fábrica de Azúcar Santa Teresa, ubicada en la Cuesta del Carmen y conocida como “La Fabriquilla”; La Redención (1901); La Purísima Concepción (1906); la Azucarera de San Rafael o de Almuñécar, con la primera cooperativa de caña de azúcar conocida como “La Magnífica”, según se puede leer hoy día en una placa metálica que se conserva en la chimenea de la antigua fábrica. En ella participaban la familia Muller, Sánchez, Chaves y Carrasco. Con el tiempo quebró y el Ayuntamiento de Almuñécar se hizo cargo del inmueble, del que sólo queda la Chimenea que mantiene la fecha de 1905. En este recinto se aloja hoy día el cementerio municipal, conocido como “El Magnífico”. Por último la Fábrica de Azúcar del Ingenio de Nuestra Señora de la Victoria (1907), que remodelará todo el espacio del antiguo Ingenio Real del Agua y pasará a ser el Ingenio Real de Azúcar.

El Ingenio Real tiene una primera gran transformación que consiste en construir una conducción que transcurra de forma sobreelevada para permitir una caída de agua de al menos 10 metros de altura, aquí interviene tanto la topografía, puesto que las instalaciones se construyen en la base de una colina, como la propia obra, al realizarse un acueducto (Los Arcos del Ingenio), que eleva el cauce sobre una arquería en un tramo de más de 100 metros de longitud, hasta llegar al lugar donde se situaría la gran rueda hidráulica, que giraría en un foso con canal de escape. Hoy día podemos observar los restos de los estanques y sobre todo, los dos tramos del acueducto, cuyos arcos, que se abren como grandes ventanales hacia la vega sembrada de chirimoyas.

El primer tramo se inicia junto al camino que baja desde la Santa Cruz hasta la Vega, pasando bajo un arco escarzano del acueducto. Se aprecia la reconstrucción reciente y tiene adosado un pilar con la fecha de construcción inscrita de finales del s.XIX. Este es el punto en el que la conducción de agua cruza la antigua carretera al Suspiro del Moro, desde la toma de agua del antiguo acueducto de época romana procedente del Barranco de la Santa Cruz. Cuando se hace esta obra, a finales del s.XIX, se colocó un conjunto escultórico de bronce compuesto por una cruz bajo un templete gótico, La Santa Cruz que dará nombre al cerro.

El segundo tramo recorre la parte final del cerro en dirección a la ciudad. Está formado por una arquería de 13 vanos. El acueducto es de 1 metro de ancho, lleva el canal de agua sin cubierta y está realizado sobre sólidos pilares de planta rectangular que llevan un hueco para el drenaje entre los arcos con bóvedas de medio punto rebajadas, por lo que los huecos resultan más anchos que altos. Está elaborado con ladrillos muy gruesos, de arcilla anaranjada que contiene desgrasantes de gran tamaño. Termina en un arco más delgado y algo más alto en el que se aprecian las muescas de inserción de otros elementos que formarían parte de las instalaciones hidráulicas de la fábrica. El primer arco da paso a instalaciones para mantenimiento de la acequia y es un arco escarzano. Toda la obra tiene un gran parecido a la técnica de construcción francesa de finales del s.XIX.

Los nombres de las calles del entorno hacen alusión al azúcar y nos recuerdan la existencia del antiguo trapiche y del antiguo Ingenio Real del Agua. Una fotografía de comienzos del s.XX, nos muestra una panorámica del barrio de San Sebastián en la que se aprecia el acueducto y las distintas instalaciones de la fábrica de azúcar del Ingenio, que contaba con diferentes sectores, entre los que se puede distinguir la instalación hidráulica con la caída de agua, las distintas salas de máquinas y los almacenes. Esto nos da una idea de todo el conjunto de edificaciones diferentes que componían una fábrica, que contaría con espacios para la administración, viviendas para obreros, la gran casa señorial de los propietarios, sin olvidarnos de la capilla. En esta foto se distingue la casa llamada actualmente “La Paloma”, que quizá fuese de los propietarios de la fábrica. Resulta muy interesante la imagen de la ermita de San Sebastián, así como el emplazamiento del monumento de La Santa Cruz. También llama la atención la carretera a Granada, flanqueada de árboles, los mismos plátanos de ribera que se han conservado hasta el día de hoy. Es de resaltar las chimeneas de fondo de las fábricas de azúcar situadas en la Playa de San Cristóbal. Las chimeneas de las fábricas de azúcar son la estampa de la estética industrial de la época, y Almuñécar llegó a tener 8 fábricas de azúcar, sin embargo, son pocos los elementos patrimoniales que se conservan.

Del pasado azucarero de Almuñécar tenemos como testigos a la chimenea de “El Magnífico”, situada junto al actual cementerio de Almuñécar y que mantiene su placa con el nombre “La Magnifica” y la fecha de 1905; también están Los Arcos del Ingenio, como conducción de agua para mover los molinos de azúcar; así como las máquinas de la antigua fábrica “Nuestra Señora del Carmen”, de la que se conserva en perfecto estado la casa de los ingenieros y propietarios, un edificio precioso, conocido como “Palacete de la Najarra”; sin olvidar el repertorio de nombres de calles que hacen alusión a la producción de azúcar. Los nombres antiguos de las calles, los originales, son los indicadores de la existencia y ubicación de elementos del pasado y por tanto forman parte de la memoria histórica de Almuñécar.

 

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