La tragicomedia de Isabel Díaz Ayuso / Tomás Hernández

La tragicomedia de Isabel Díaz Ayuso / Tomás Hernández

“La Celestina” es una tragicomedia asolada por la muerte. Isabel Díaz Ayuso se está convirtiendo en la heroína de otra tragicomedia. Al principio, podía hacernos gracia con aquellas añoranzas de un Madrid lleno de humos y claxons impacientes o descubriendo, ella sola, llena de asombro ella misma, por qué lo del número 19 junto a la denominación del virus, COVID19, o sea, COVID del año 2019, proclamó. “Eh, voilá,” otro misterio desvelado. Desde entonces, en sus intervenciones no suele faltar el disparate del día y es personaje de portada y de tiras cómicas.

En la tragedia, el hombre y la mujer son víctimas de su destino, por más limpia que sea su inocencia. Sucumbió Edipo, el niño abandonado de pies hinchados, pero también Yocasta, la madre que se arrancó los ojos. En las simplezas de Díaz Ayuso empezamos a ver algo pavoroso. Ya no hace gracia su descaro insolente, ahora empieza a dar miedo. Su incongruencia es letal. El ayusismo mata, como mata la ignorancia.

Pero no creo que todo en Díaz Ayuso sea ignorancia; sabe quiénes son sus amos, para quiénes trabaja y quién la ha puesto ahí. Entre disparate y disparate cuela una Ley del suelo que dicen que favorece, otra vez, a la especulación urbanística y sobre la que revolotea la sombra del fraude en la votación. Ahí está lo mollar, el enriquecimiento del amo y el pan de ella, quizá, para el futuro. Su breve carrera política empieza a declinar. ¿Lo sabrá ella? Su retrato en la galería de expresidentes de la CAM, si es que existe esa galería, no será el de una mujer sonriente y mirada extraviada. Será algo más trágico. Como quien está viviendo un destino que no le pertenece. ¿Lo pensará ella?

Tomás Hernández.

 

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