Mañanas en el patio / Hablar de libros

Creo que nunca se ha hablado tanto de libros como ahora y nunca se ha dicho tan poco sobre ellos. Las reseñas son, en su mayoría, empalagosamente laudatorias y las referencias en Internet se reducen a celebrar la amistad entre el autor y el receptor del libro. Ni una palabra sobre el contenido; a lo sumo, un halago convencional y a otra cosa.

A mi me gusta hablar de las cosas que leo, compartir impresiones con otros lectores y, si son amigos, mejor. Hablamos de política de barra, de fútbol, de las vacuidades de las redes, pero hablar de libros ya no se lleva. La cultura es un valor en bancarrota, ahora que está al alcance de la mano, a un golpe de click. Comentaba, jocosamente, Jaime Gil de Biedma que cuando estaba mal considerado ser rico, él lo era, bastante; pero, cuando llegaron los nuevos ricos de la especulación y el pelotazo, él empezaba a ser pobre. Aquellas soflamas indecentes de Felipe González y su ministro Solchaga ensalzando la economía de la desigualdad y la injusticia y la facilidad pasmosa, decían ellos, para hacerte rico en un “plis plas”.

Pero volvamos a los libros, que en España se lee poco a Kant, como decía aquel ínclito, de cuyo nombre no quiero acordarme, que acudía a los debates con un ladrillo en la mano como argumento rotundo. El otro día nos reunimos algunos de los amigos de Pepe Ruiz para celebrar su amistad con una copa y recordarlo y despedirlo. Hablamos poco de él, no le habría gustado. No era persona dada a las sentimentalidades. Pero, un amigo de él, que me acababan de presentar y yo, terminamos hablando de la imagen como vehículo de información, reducida la palabra a una breve nota a pie de foto. Hablamos, como no, del divertido libro de Giovanni Sartori (“Homo videns”), donde sostiene que la información visual e instantánea va sustituyendo al conocimiento de las cosas, que ya no es lineal, como el lenguaje, sino inmediato y simplificado. Hace Sartori observaciones muy curiosas. Por ejemplo, dice que hemos vuelto a una forma de lectura que le recuerda los pergaminos que vemos en las películas de romanos, Desenrollamos el texto en la pantalla, como ellos iban extendiendo el pergamino sobre sus rodillas. Y hablamos del recientemente fallecido Nuccio Ordine, que no podrá recoger el Princesa de Asturias, y del que yo, que no había leído nada de él, disfrutaba ahora de su “Clásicos para la vida”. Y hasta hablamos de algún poeta que a los dos nos gustaba, Joan Margarit.

¿Por qué no?

Tomás Hernández

 

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