Que los medios de comunicación marcan la agenda política buscando crear opinión sobre temas concretos no es una novedad. Que, en muchas ocasiones, en lugar de informar nos ofrezcan relatos basados en medias verdades o, directamente, falseando la realidad, tampoco es nada nuevo. Esto es un hecho objetivo, no es opinión.
No sólo las RRSS se inundan de lo que ahora llaman “fakes”, embustes lo llamaba mi abuela, sino que muchos de los medios de comunicación a los que se le presupone objetividad, profesionalidad e imparcialidad, no son más que panfletos propagandísticos en formato audiovisual de los dueños de dichos medios.
Esto lleva a que en nuestro país, con una facilidad pasmosa, critiquemos realidades distintas en otros lugares del mundo mientras nos tapamos los ojos cuando vemos la miseria, el hambre, la falta de oportunidades y de recursos para una vida digna en la calle de al lado o incluso cuando se vive la desesperanza en carnes propias.
Personalmente, me gustaría ver esa preocupación cuando desahucian a una familia de su casa, cuando despiden a alguien de su trabajo o con las colas en la puerta de Cáritas y de Servicios Sociales.
El amigo Juan Bolívar, persona a la que le tengo estima, escribía un artículo en este medio mostrando una gran preocupación por Cuba. No por Colombia, esa gran súper democracia en la que las protestas contra el gobierno han dejado un reguero de sangre que se traduce en más de 70 víctimas mortales, al menos 20 de ellas asesinadas por disparos de la policía. La preocupación era por Cuba.
Según recoge el periódico El Confidencial, “los datos proporcionados por la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, (en Colombia) desde el 28 de abril hasta el 16 de junio, su oficina ha registrado 56 fallecimientos en el marco de las protestas, 54 civiles y dos agentes de policía, y la mayoría en Cali. Asimismo, han registrado 49 presuntas víctimas de violencia sexual”.
Mi estimado Juan comienza el artículo afirmando que Cuba no es una democracia y que la mejor manera de comprobarlo es in situ para poder opinar.
Acto seguido asegura que fue a hacer turismo. Un argumento de peso, porque como todo el mundo sabe la mejor manera de conocer el funcionamiento de los servicios públicos o el sistema democrático de un país es tomándote un mojito mientras ves sus monumentos. Así que, indudablemente, conoce la realidad del país.
Les falta de casi todo, afirma mi respetado Juan. Es más, concreta, “en muchos hogares descubrí que tenían un frutero ¡de plástico¡”. Al margen de este demoledor hecho, que demuestra sin lugar a dudas la terrible realidad que vive el pueblo cubano, me gustaría explicarle unas cosas a mi amigo Juan.
Philip Alston, relator de Naciones Unidas sobre pobreza extrema y derechos humanos, realizó un informe en su visita a España en 2020 en el que afirmaba que encontró “niveles aterradores de pobreza y exclusión, políticas gubernamentales que no llegan a las personas que necesitan apoyo y niveles escandalosamente altos de desigualdad”.
Según recoge la web de noticias de la ONU, Philip Alston asegura que ha “visitado lugares que sospecho que muchos españoles no reconocerían como parte de su país (…) barrios pobres “con condiciones mucho peores que un campamento de refugiados” y que “la recuperación tras la recesión solo ha beneficiado a las empresas y a los ricos”.
Entre otras cosas, en la web se dan los siguientes datos: En 2018, el 26,1% de la población en España, y el 29,5% de los niños, se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión social. Más del 55% experimentó algún grado de dificultad para llegar a fin de mes y el 5,4% sufrió privación material severa. La tasa de desempleo del 13,78% es más del doble de la que presenta la media de la UE, y ha sobrepasado el 30% para los menores de 25 años.
Según un informe de Unicef de 2013, España tiene una de las tasas más altas en Europa de pobreza infantil. Un 40% de los niños y niñas en nuestro país están en situación de pobreza y, por tanto, sufren desnutrición, según el informe de Unicef.
En 2018, ACNUR decía que, de acuerdo con los datos publicados este año por Unicef, España presenta una de las tasas más altas de pobreza infantil de la Unión Europea y es el tercer país tanto en pobreza relativa como en pobreza anclada (40% de la población infantil), solo por detrás de Rumanía y Grecia.
Por otra parte, UNICEF y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) han reconocido en diversos informes que en Cuba no existe desnutrición infantil.
Todo esto en un contexto en el que EEUU lleva sometiendo a Cuba desde hace 70 años a un bloqueo económico y comercial que impide al pueblo cubano desarrollarse libremente. Por no alargar el artículo, invito al lector a buscar en internet qué supone dicho bloqueo criminal y las consecuencias que tiene.
Aunque imagino que estos argumentos no pueden competir con el del taxista que paseaba a mi apreciado Juan por la isla que espetó de manera lapidaria: “aquí lo que no está prohibido es ilegal”. Y todo porque Juan quería coger una caña de azúcar que, probablemente, sería propiedad del Estado o un particular. Mira que es autoritario el gobierno cubano, que tiene leyes para sancionar a quien se lleva algo indebidamente, por muy poco valor que crea que tiene el que “lo cambia de sitio”.
Además, tiene uno de los sistemas sanitarios más avanzados del mundo, universal y gratuito, así como su sistema de enseñanza. Pese, repito, a las enormes dificultades y falta de recursos que padecen gracias al bloqueo económico y comercial al que los somete los EEUU.
De hecho, es uno de los primeros países, si no el primero, que ha elaborado varias vacunas propias de manera totalmente pública y que está suministrando a la población de manera gratuita contra la Covid-19. Si bien es cierto que, gracias al bloqueo, están teniendo muchas dificultades para conseguir jeringuillas para ponerlas, por lo que la vacunación se está retrasando, con el consiguiente malestar de la ciudadanía. Por eso decía, entre otras cosas, que es un bloqueo criminal que afecta al pueblo de Cuba.
Simplificando, para no alargar mucho más el artículo, en Cuba tienen todos los recursos básicos garantizados: comida, sanidad, educación y vivienda. Vivienda, sí, vivienda. En Cuba no existen los desahucios ni vive la gente en la calle como pasa en nuestro maravilloso país.
Pero imagino que para muchos no será suficiente lo anteriormente expuesto para catalogar a un país de democrático, porque también existe la creencia, inoculada por los medios de comunicación, de que en Cuba no hay elecciones. Porque al margen de que esto último es totalmente falso, hay quien piensa que la libertad es que te echen de tu casa, del trabajo, que tus hijos no puedan comer, no podamos pagar la electricidad y que muera gente en invierno de frío, que haya desnutrición infantil… como pasa en España y no en Cuba.
En cualquier caso, para aquellos que se agarran al “es que en Cuba no hay elecciones” también hay la suficiente información como para que se despojen de una creencia que es falsa, si es que tienen algún interés en saber la verdad y no de otro tipo.
Pascual Serrano, veterano periodista que colabora con varios medios españoles y latinoamericanos, hacía en 2007 una crónica desde La Habana que está publicada en su web, en la que explica el sistema electoral cubano y lo compara con el español.
En dicho artículo decía lo siguiente:
Allí la sociedad se organiza en asambleas o áreas, que son grupos vecinales de en torno a trescientas personas más o menos. Hasta ocho áreas pueden integrar una circunscripción electoral que deberá elegir un delegado o concejal. Los vecinos de las asambleas se reúnen para proponer candidatos electorales de su comunidad. Cualquier persona puede sugerir un nombre y la asamblea selecciona mediante votación al vecino que llevará como candidato para delegado de la circunscripción. Podrá haber, por tanto, hasta ocho candidatos para ser delegado de la circunscripción en caso de que sea un nombre diferente por cada asamblea. No suele ser así porque varias asambleas pueden coincidir en proponer a una misma persona.
El día de las elecciones, todos los votantes de la circunscripción deben elegir a uno de entre los diferentes candidatos, que serán entre dos y ocho. La difusión y conocimiento de la figura de cada candidato es mediante carteles en diferentes lugares concurridos de la comunidad que incluyen foto y breve currículo de todos ellos. En realidad, la mayoría de los votantes ya los conocen porque ya fueron preseleccionados por las asambleas y todos proceden de esa comunidad. No se hace más propaganda que el cartel con foto y currículo donde, como ya hemos dicho, están todos los candidatos.
La inclusión en el censo es automática, los listados se exponen con antelación para que cualquier elector compruebe su presencia, y el voto es voluntario y secreto. La jornada electoral transcurre desde las siete de la mañana a las seis de la tarde, las urnas se sellan al comienzo y son custodiadas por niños, existe un presidente de mesa y vocales pertenecientes al barrio. Los colegios disponen de cabinas o lugares donde se garantiza que el voto sea secreto. Se dispone también una urna portátil para desplazarla a los domicilios de los votantes que puedan estar impedidos físicamente, la lleva algún representante de la mesa acompañado de un niño en edad escolar. Al final de la votación se hace el recuento que es público.
Para ser elegido se deben sacar el cincuenta por cien de los votos más uno, si no fuera así habrá una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. Finalmente se ha de saber que el representante elegido no cobrará sueldo alguno por su labor, seguirá desempeñando el trabajo que tenía y se dedicará a sus responsabilidades públicas en su tiempo libre.
Invito al lector a que lea el artículo completo de Pascual Serrano titulado “Crónica electoral desde La Habana”, puesto que además de explicar cómo funciona el sistema electoral cubano, hace una reflexión sobre el sistema electoral español que, sin duda, te hará pensar. Al que no va a hacer reflexionar es a Felipe VI, ya que le encantan las elecciones españolas. Siempre gana el tío.
Podría escribir mucho más sobre el asunto, pero sería extenderme demasiado y tengo serias dudas de que alguien que tiene cierto argumentario tatuado en el cerebro siquiera sea capaz de plantearse que puede que muchas de las cosas que cuentan los medios de comunicación no es verdad.
En todo caso, si hay alguien que se preocupa por Cuba debería pedir fin al bloqueo económico y comercial que EEUU impuso a la isla y que condiciona el bienestar del pueblo cubano. Y, de paso, dejar de dar lecciones a los demás y preocuparse por lo que tenemos al lado.
Por cierto, existen decenas de resoluciones de la ONU en la que todos los países miembros, a excepción de EEUU e Israel (una teocracia criminal que lleva asesinando al pueblo palestino y expulsándolo de sus tierras desde hace más de 70 años), han pedido el levantamiento del bloqueo.
Sin más, mandarle un caluroso saludo a mi estimado Juan, al que le pido que se tome con cariño esta respuesta en forma de artículo, y confesarle algo estremecedor que espero no le preocupe: en casa de mis padres hubo un frutero con frutas de plástico durante años.
Juani Boto
Responsable de Organización de IU Almuñécar
P.D.: Si alguien después de leer el artículo se indigna y quiere mandarme a Cuba, estaré encantado de aceptar la petición siempre y cuando me pague el billete.