En el centro de Almuñécar hay un viejo edificio, bastante olvidado, que ocupa dos calles de una de las manzanas principales del Casco Histórico de Almuñécar. Está situado entre la iglesia y el ayuntamiento, y se mantiene en mal estado de conservación.
Este edificio era el antiguo Pósito, una palabra en latín que significa depósito, y servía, desde el s.XVII como almacén municipal de trigo, para que en caso de que se produjese malas cosechas por sequía, o las cosechas se perdiesen por plagas, inundación u otras calamidades, existiese una reserva de grano que pudiese servir como simiente para los agricultores, o como medida para paliar, de alguna forma, las necesidades de alimentación. Además, así se podía controlar las subidas de los precios y la usura. Los ayuntamientos eran los encargados del control, del uso y de la distribución que se le diese al grano.
Durante la época musulmana existían edificios de función similar, que eran las Alhóndigas. En época cristiana, los reyes católicos obligaron a las ciudades a construir edificios adecuados para aprovisionarse de grano como simiente, y para que hubiese pan para los ciudadanos, y así se recoge continuamente en normativas y disposiciones legislativas para los municipios. Había un enorme interés por mantener los precios adecuados y que el pan fuese asequible a la población.
El pósito de Almuñécar es muy antiguo; en la fachada del Ayuntamiento de Almuñécar que da a la calle de la Iglesia, hay colocada una placa que perteneció al edificio del antiguo Pósito, que reza así: “Almuñécar mandó hacer este pósito siendo teniente de corregidor Pedro de Velasco Ruano. Año de 1606”.
Hay un manuscrito de 1658 que habla del pósito, y dice de él, que estaba muy bien gobernado, y que un ejemplo de ello fue el año 1652, calamitoso para toda la costa, en el que subió el pan de forma desorbitada y que mientras en Motril una hogaza costaba 6 reales, en Almuñécar costaba sólo 2. Que por esto cuidaban muy bien el pósito, porque es muy necesario, y justifican esto, recurriendo a la biblia, en la que ya se menciona un ejemplo de este tipo de aprovisionamiento, que nos está indicando como en sociedades muy antiguas ya se realizaba esta práctica:
Lo que cuenta la biblia es que José, hijo de Jacob, que fue vendido en Egipto por sus hermanos, llegó a ser administrador de los bienes de Egipto, porque supo prevenir y guardar grano en época de abundancia, y esto hizo que se pudiese distribuir en períodos de escasez. Recordemos que José interpretó los sueños del faraón como los 7 años de vacas gordas (de abundancia), y los 7 años de vacas flacas (de escasez).
Como vemos existe una preocupación constante en el ser humano por la defensa del alimento diario; por evitar el hambre en definitiva, y una forma de asegurar el alimento es el almacenaje, por eso existe ese empeño por parte de los gobernantes de las ciudades en que la población tenga un recurso al que acudir en caso de extrema necesidad, así es como se han organizado los pueblos desde antiguo para que el abastecimiento se pudiese garantizar de algún modo, sobre todo de un recurso básico en la alimentación como es el trigo.
El aumento demográfico, los problemas de carestías e incluso las hambrunas, hacían de los pósitos un elemento fundamental para el abastecimiento de las ciudades. Los antiguos ayuntamientos eran los organismos que custodiaban y gestionaban estos fondos tan importantes. Los pósitos llegaron a ser uno de los principales bienes de propios de los que dispusieron, e incluso llegaron a ser lugar de préstamos, por lo que su administración estaba muy bien regulada, así como todo el funcionamiento y gestión de los pósitos. Así, se controlaba su precio y calidad, pero también se convirtieron en una fuente de beneficios para los ayuntamientos.
Los edificios que se utilizaban como pósitos muchas veces se elegían por cercanía al ayuntamiento; en el de Almuñécar, estaba el pósito dedicado a la gestión y administración, mientras que el almacén de grano estaba en otro lugar, ya que el edificio debía reunir una serie de condiciones, sobre todo de ventilación y humedad, por eso las ventanas debían ser pequeñas, pero suficientes para ventilar, no debía de haber goteras ni humedades en el suelo.
El principal problema para el cereal era la humedad, los insectos y los hongos. Las semillas de cereal tienen hongos y bacterias que al almacenarse, si no se cuida la temperatura y humedad pueden echar a perder el cereal. Pero los microorganismos no pueden vivir sin oxígeno, y tampoco sobreviven en bajas temperaturas, por eso se almacenaban en sitios sin ventilación y fríos, porque el frío en el invierno garantiza la calidad del grano.
El grano no debía tener más de tres años porque le salía gorgojo (que es una larva de insecto, que parece un gusano), pero si el grano estaba en un silo con paja, podía aguantar 7 años (que casualidad, que coincide con el tiempo que José, el personaje de la biblia, establece para abastecer en época de escasez).
Los pósitos o graneros municipales eran una forma de lucha contra la crisis de subsistencia, de control de los precios de los cereales, de lucha contra la usura, y forma de salvar la producción agraria. Muchas veces eran la solución a motines y alborotos provocados por la escasez.
Salvo las arcas de misericordia, que tenían una función más benéfica que económica, creadas para la subsistencia de los más pobres o de jornaleros, y que el grano estaba destinado como semilla para la siembra o para consumo de los más necesitados; los pósitos cobraban interés por el grano prestado, o por el préstamo realizado, que podía ser cobrado en especie y se devolvía grano por la cantidad de grano prestada, así, que podemos considerarlos el origen de los créditos rurales, que desembocarían, con el paso del tiempo, en las cajas rurales y de crédito agrícola.
Del edificio original queda la portada de entrada labrada en piedra; restos de pintura, pies derechos en el patio interior y algunos frescos.
Elena Navas Guerrero