Llueve desierto sobre el paisaje y la figura está atrapada en el aire de tono ámbar. Los científicos no se explican el fenómeno y recomiendan que nos acostumbremos a vivir en una taza de té con una gota de leche. A todo hay que acostumbrarse y hacerse soluble como la miel en el fondo de la taza. La señora, al borde del recipiente, reflexiona algo intrínseco o simplemente observa el mar azul de los griegos afectado de ictericia. Los más viejos del lugar comentan la excepcionalidad del hecho. Los expertos no tienen explicaciones. Y una vecina atraviesa el viento de polvo en busca de víveres para almacenarlos por sí tras la huelga del transporte los camiones no puedan cruzar las autopistas ya borradas por la arena del desierto.