Marruecos a finales del XIX y principios del XX era un país difícil de gobernar, anclado en el pasado, y formado por un complicado mosaico de clanes, tribus y cofradías religiosas, que normalmente estaban enfrentados entre sí. El Sultán reconocía las dificultades para controlar el país y someter a su soberanía las zonas históricamente insumisas, en particular, los territorios del norte del imperio.
Los herederos del Sultán Muley Hassan se debatían entre una actitud marcadamente pro occidental, con tintes modernizadores, y el rechazo de la población, de claro signo nacionalista, a cualquier tipo de injerencia extranjera, lo cual hacía cada vez más difícil la gobernabilidad del reino.
En este contexto de inestabilidad para Marruecos, el Sultán, solicitó ayuda a Francia en mayo de 1911. Este acontecimiento sería el inicio del fin de la independencia marroquí. El 30 de marzo de 1912 queda establecido el Protectorado francés en Marruecos, al que seguiría el español firmado el 27 de noviembre del mismo año.
La creciente injerencia europea en el país sería uno de los detonantes de las diferentes revueltas, encabezadas por personajes que veían cómo Marruecos pasaba a manos de los extranjeros con la complicidad de sus gobernantes.
Y en este momento emerge una de las figuras más destacadas de la lucha anticolonial en el Marruecos español: El Jerife de Yebala, Mūlāy Aḥmad al-Raysūnī, nacido en Zināt (1870). De origen distinguido, El Raisuni decía llevar sangre del Profeta, su familia pertenecía a la nobleza jerifiana.
De gran inteligencia, astuto, admirado por unos y vilipendiado por otros fue una figura clave en la historia del Marruecos español. Se oponía a la presencia extranjera en su país, aunque sabía que no podía evitar la tutela hispano-francesa. Prefería a los españoles sobre los franceses, porque decía que: “Los españoles son lo suficientemente fuertes para ayudarme, pero no lo bastante para someterme”.
El escritor David S. Woolman, lo definió como: “Una combinación entre un Robin Hood, un barón feudal y un bandido tiránico”.
Engañadopor un primo suyo, fue encarcelado en la prisión de Mogador entre 1895-1900. El emir Abd al–Aziz le puso en libertad a cambio de que éste colaborase con su gobierno, pero Raisuli, una vez recobrada la libertad, se negó en redondo a semejante posibilidad. Y prosiguió con sus actividades delictivas aunque sus actos de bandidaje deben insertarse dentro del fuerte movimiento xenófobo que, a comienzos del siglo XX, recorría Marruecos, como respuesta a los intentos modernizadores del sultán Muley Abd el Aziz.
El Raisuni, tras su cautiverio, fue nombrado por el Sultán gobernador de Tánger, donde en marzo de 1905, preparó la acogida del Káiser Guillermo II
Raisuli adquirio fama mundial, cuando secuestró al corresponsal en Tánger del London Times Walter Harris, al ciudadano estadounidense Ion Perdicarisy al coronel de la guardia del emir sir Harry McLean. El Presidente de los EE.UU., Roosenvelt, Telegrafió al Cónsul USA en Marruecos diciéndole: “Quiero a Perdicaris vivo o a El Raisuni muerto”. Abd al-Aziz se vio obligado a entablar negociaciones con el bandido para liberar a los prisioneros, al que concedió una buena suma de dinero. El Raisuni fue nombrado Bajá de Asilah y Gobernador de Yebala.
Las relaciones entre El Raisuni y España, se caracterizan por la ambivalencia, osciló entre la colaboración interesada con España y la ruptura y enfrentamiento con las autoridades españolas.
El Raisuni quería que el Gobierno español lo propusiera al Sultán para Jalifa (su representante en el Protectorado). Para ello necesitaba el apoyo del general Silvestre. En agosto de 1911 ambos mantuvieron una entrevista en Arcila, sellando una amistad que parecía eterna.
Silvestre propuso a El Raisuni para ser condecorado con la Orden de Isabel Católica, siéndole concedida. El Raisuni incluso permitió que las tropas españolas sustituyeran a las francesas de Tánger. Pero una serie de acontecimientos hizo que la amistad se tornase en tensión. Por si fuera poco, fue designado Jalifa Muley el Mehdi Ben Ismael Ben Mohamed, sobrino del Sultán.
El Raisuni, no llegó a digerir la afrente de no haber sido nombrado Jalifa. Se retiró a Beni Arós iniciando una campaña de hostigamiento contra los españoles. El Sultán lo destituyó como Bajá. La decadente amistad con el general se convierte en odio. Ahí quedan las palabras que el ambiguo personaje le dedicó al general Silvestre:
“Tú y yo formamos la tempestad; tú eres el viento furibundo; yo el mar tranquilo. Tú llegas, soplas irritado; yo me agito, me revuelvo y estallo en espuma. Y ahí tienes la borrasca; yo, como el mar, jamás me salgo de mi sitio; y tú, como el viento, jamás estás en el tuyo”.
Raisuni fue detenido por los hombres de Abdelkrim y murió en la cárcel en abril de 1925. Con su muerte desapareció alguien cuya vida fue una mezcla de ambiciones y panislamismo.
Raisuni fue un personaje fundamental en la historia del Protectorado con el que las autoridades españolas tuvieron que llegar a acuerdos. Es evidente que Raisuni cometió actos reprobables, pero, lógicamente, no fue el único y, en muchos casos, fueron vistos como actos de justicia apoyados por sus paisanos.
La figura de El Raisuni es controvertida, su relación con las autoridades españolas está marcada por el pragmatismo. No obstante, más allá de cualquier valoración ética o política, es innegable que su figura ocupó un lugar destacado en la historia tanto de España como de Marruecos y, por lo tanto, no debe ser olvidada.