La producción de azúcar de caña en Almuñécar (1ª parte) / Elena Navas

 

 

Los trapiches, aduanas e ingenios en Almuñécar 

Almuñécar, nombre que procede de al-munakkar, la fortaleza de “la colina”, así la llamaron los musulmanes del s. VIII, que por su privilegiada ubicación, se ve favorecida por el mar y por dos ríos de agua dulce en abundancia, el rio Seco y el río Verde, la convierten en un territorio de temperatura agradable y muy fértil para la agricultura, al estar protegido entre montañas, resguardado de los fríos de Sierra Nevada por todo un cinturón de colinas, estribaciones de las Sierras Almijara y Tejeda.

Estas condiciones permitieron que la caña de azúcar, traída de la india y china, se aclimatase perfectamente, y diese unas cosechas extraordinarias, convirtiéndose en uno de los productos más relevantes en época medieval musulmana como fue la producción de azúcar de gran calidad.

Desde que la cultura musulmana se instala en esta área, todo el territorio se explota con una agricultura que introduce técnicas de riego y plantas nuevas. Se reutilizarán las canalizaciones romanas para abastecer de agua las principales acequias, que recorren los campos de cultivo de forma paralela a los ríos. Desde Torrecuevas se desvía el agua del acueducto hacia la acequia principal que transcurre por el margen oeste del río Verde. Desde un punto cercano al Cerro de la Cruz, se desvía otra acequia que discurre paralela al margen este del río Seco.

Los musulmanes tienen un concepto de abastecimiento de agua muy diferente a los romanos. Construyen acequias como zanjas abiertas en la tierra, sin revestir, sin revocar con mortero hidráulico, sin cubiertas, a cielo abierto, esto hace que se empape el terreno formándose un ecosistema entorno al curso de las acequias. Son las llamadas acequias de careo. Suelen ir pareadas, la acequia alta y la acequia baja, la una alimenta a la otra. Es una manera de que se generen fuentes de agua en las zonas bajas, a base de filtrarse el agua en el terreno.

Las acequias principales recogen el agua del río, de los azudes o pequeñas presas de agua, y se distribuye a través de ramales que llegan a todos los pagos de riego. Las alcubillas reparten el agua desde la acequia principal hasta los distintos brazales, y de allí a los regueros, siguiendo las normas establecidas por la comunidad de regantes.

La palabra acequia procede del árabe y significa conducción para el riego. En Almuñécar las acequias más importantes son la Almansa, de nombre árabe, situada en la margen izquierda del Río Verde, según sentido de avance del agua; y la Acequia del Rey, que discurre por la margen derecha del Río Verde según sentido de avance del agua; ambas acequias podrían estar alimentadas por una galería de época romana.

Tanto el río Verde, como estas acequias, conformarán el lugar de emplazamiento de los molinos harineros; los batanes para la lana; las ollerías o alfares y los trapiches para exprimir la caña de azúcar, porque todos estos espacios de producción van a necesitar agua durante las tareas de elaboración. De ahí, que la colina de la Santa Cruz sea el lugar preferido para instalar los primeros molinos de caña de azúcar, los trapiches, que funcionaran con la fuerza de animales de tiro.

La palabra trapiche procede del latín, trapetum, que conocemos a través de Catón y su obra “De Agricultura” del siglo II a. C. donde lo describe como una herramienta perfecta para moler la aceituna sin que el hueso se rompa, de ahí que se adopte para extraer el jugo de la caña de azúcar.

En estos momentos, la caña de azúcar era de cocción rápida, y por tanto consumía poca madera, casi que se autoabastecía con el despojo de la propia caña utilizada como combustible. La caña de azúcar también se utilizaba como salvado para los animales y como abono para los campos.

El barrio de San Sebastián, podemos identificarlo como el anejo llamado Loxuela, donde según el Libro de Repartimientos de Almuñécar, tenía mezquita. Las personas que vivían en esta barriada rezaban en un oratorio, que con la llegada de los cristianos se convirtió en la ermita de San Sebastián, dándole nombre a todo el barrio.

En este lugar, el agua de las acequias y del río verde se utilizó para los alfares donde se fabricaban materiales de construcción como ladrillos, tejas, atanores y grandes recipientes de barro; pero sobre todo para la fabricación de los conos de cerámica, es decir, los moldes de barro que contenían el pilón de azúcar para que desprendiese la melaza, por eso el interior se hacía de manera que no presentase poros, para que las mieles resbalasen y no se introdujesen en ellos.

Una forma de aligerar el proceso, se conseguía aplicando una capa de barro aguado, que ayudaba a arrastrar la melaza. Las hormas de cerámica y el barro con el que se adobaba el azúcar, era de una arcilla de gran calidad, que daba un toque de sabor diferente y muy apreciado.

En época nazarí el azúcar es considerado un producto de lujo y por tanto consumido por poca población, aún así, la producción de azúcar en Almuñécar era importante, pues se vendía en las principales lonjas de la época. Los nazaríes pusieron de moda el uso del azúcar, que fue sustituyendo a la miel, pasando a ser uno de los productos más importantes de los producidos en el reino de Granada, junto con la seda.

En Almuñécar existe la calle Aduana Vieja, que en época nazarí, según el libro de Repartimientos, era propiedad de los Genoveses; habría que tener en cuenta que se llamaba así a instalaciones pequeñas dedicadas a la prensa de caña de azúcar.

Por otra parte, en el castillo de San Miguel, durante las excavaciones arqueológicas realizadas en 2006 por el equipo de arqueólogos de Federico Molina Fajardo, en apoyo a los trabajos de restauración que se venían realizando en la zona de la Batería Cristiana, se han encontrado los restos de lo que se ha interpretado como una plataforma para la obtención de azúcar de caña, al encontrarse la impronta de dos grandes maderos, que podrían formar parte del anclaje de la prensa. Unido a los restos de piedras de molino, así como fragmentos cerámicos pertenecientes a los conos de azúcar, de diferentes medidas, estarían dando información sobre el uso de este espacio como lugar de prensado y procesado para la obtención de azúcar de caña.

Tras la llegada de los cristianos, Almuñécar continuará con su producción de azúcar, siendo los genoveses quienes continuaran el mercado, trasladando el producto hasta el puerto de Málaga, desde donde el azúcar seguía destinos más lejanos y diversos.

Segunda parte: https://costadigital.es/la-produccion-de-azucar-de-cana-los-trapiches-aduanas-e-ingenios-en-almunecar-ii-parte/

Tercera parte: https://costadigital.es/la-produccion-de-azucar-de-cana-los-trapiches-aduana-e-ingenios-de-almunecar-3a-parte-elena-navas/

 

Elena Navas,arqueóloga municipal de Almuñécar

 

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